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Si gana Zapatero,si gana Rajoy...

Un país bloqueado por la política, una economía a las puertas de la crisis, un futuro sentenciado para el que pierda y minado para el que gane, una reforma del modelo institucional y territorial difícilmente reversible... Al próximo presidente del Gobierno le espera una agenda "a la italiana".


Un país bloqueado por la política, una economía a las puertas de la crisis, un futuro sentenciado para el que pierda y minado para el que gane, una reforma del modelo institucional y territorial difícilmente reversible... Al próximo presidente del Gobierno le espera una agenda "a la italiana".
LD (V. Gago) Los clásicos primeros cien días de un jefe de Gobierno se repetirán una y otra vez a lo largo de los próximos cuatro años, como un bucle del tiempo. La agenda que tendrán que afrontar José Luis Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy, si consiguen formar Gobierno tras las Elecciones más reñidas de la etapa constitucional, se corresponde con la de un país bloqueado por la política, un panorama que recuerda la crisis crónica en la que se ha instalado el sistema institucional italiano.
 
Después del 9-M, ¿qué?
La agenda de Zapatero
La agenda de Rajoy
Crisis económica. Más gasto público para parchearla.
Crisis  económica. Le tocará gestionarla, pero tendrá muy poco margen para aplicar las reformas que son necesarias, porque estará en minoría.
                                                                   
Rehusará un pacto nacional con el PP. Volverá a elegir el "cordón sanitario" con los nacionalistas. Pacto nacional.- Con el PSOE post-Zapatero, será muy difícil. El PSOE se fragmentará en tribus locales de fuerte afinidad nacionalista (Cataluña, País Vasco, Navarra, Galicia,...) que no querrán saber nada de un pacto con el PP. Es muy difícil que el PP saque adelante su reforma para blindar las competencias del Estado y los cambios en la Ley electoral para acabar con el chantaje de las minorías nacionalistas.
Instituciones bajo control. La Monarquía pasará a ser una institución "tolerada". Perderá del todo su perfil moderador.
Instituciones. El PP las respetará e intentará restaurar su vigor, aunque habrán quedado seriamente dañadas después del mandato de Zapatero.
 
Afianzamiento del modelo federal. Desarrollo de los Estatutos. Negociación con Ibarretxe para aplicar su Plan por la vía de los hechos consumados. Culminará la voladura controlada de la Constitución, sin necesidad de reformarla. "De la Ley a la Ley..." Política de hechos consumados y control de los órganos judiciales para garantizarse el respaldo.
Una tensión constante del modelo territorial. Rajoy tendrá que elegir: o pacta con los nacionalistas y cede; o bien no cede y expone su Gobierno a la inestabilidad.
 
 
 
 
 
 
 
 
Negociación con ETA. Más secreta y más política. Lucha anti-terrorista.- El PP volverá a hacerse cargo de unas fuerzas y cuerpos de seguridad cuyas cúpulas directivas han sido fuertemente infiltradas y contaminadas bajo el mandato de Zapatero y de los ministros Alonso y Rubalcaba.
Política Exterior. Se acentuará la irrelevancia de España. Etapa de aislamiento. Política Exterior. Rajoy deberá restaurar el prestigio de España en la primera línea del mundo, dilapidado durante el mandato de Rodríguez Zapatero.
Justicia. Asalto final al CGPJ, el TS, y el TC Justicia. Seguirá bloqueada. El PSOE post-Zapatero no estará en condiciones de pactar nada con el PP.
Hegemonía cultural. El control ideológico de los medios, la industria del entretenimiento y la Educación se intensificará. Implantación definitiva de EpC. Hegemonía cultural. El Gobierno Rajoy tendrá tantos frentes abiertos, que no se ocupará de este importante flanco estratégico. Se limitará a suprimir EpC y a eliminar el canon, pero no tocará la estructura de medios de comunicación (concesiones de radio y televisión), ni el sistema educativo, ni hará nada por contrarrestar el aplastante pensamiento único en las universidades públicas.
Gestos centristas. Gallardón, ¿ministro "independiente" de un gobierno presidido por ZP? Gestos centristas. Rajoy tendrá que hacerlos para contentar a sus socios nacionalistas y a la Opinión periodística, cultural y académica de izquierdas.
Retroceso de la libertad. El vacío social, el repudio y hostigamiento de los opositores civiles y políticos se redoblará. Libertad. Es de esperar que con un Gobierno del PP no retroceda, pero también es previsible que no hará nada por afianzarla definitivamente frente a las tentaciones del poder en el futuro.
 
 
La situación puede resumirse en la siguiente disyuntiva: si es investido Zapatero, su gobierno gozará de una relativa estabilidad gracias al apoyo de los enemigos de la Constitución, que se volverán más usureros que nunca en el cobro de sus servicios, mientras el modelo constitucional de 1978 naufraga definitivamente y la derecha entra en crisis.
 
En cambio, si es Rajoy quien consigue investirse, su Gobierno no gozará de un sólo día de estabilidad, a menos que haga las cesiones de sus principios y de su programa que le exigirán los nacionalistas.
 
El difícil pacto PP-PSOE
 
La solución en la que está pensando el líder del PP –un pacto nacional con el PSOE– es, como mínimo, complicada. Nadie sabe cómo será el PSOE post-Zapatero. Rajoy está pensando en un partido renovado, unido y nacional, un PSOE sensato. No está escrito, en absoluto, que ésa vaya a ser la salida a la escabechina interna que seguirá a una derrota de Zapatero.
 
Pueden acabar imponiéndose los intereses de las poderosas federaciones que hoy no se distinguen de una fuerza nacionalista. Aunque pierda Zapatero, Montilla, Touriño y Patxi López seguirán dependiendo de pactos con nacionalistas e independentistas para gobernar. Ninguno de estos líderes respaldará un pacto nacional con el PP. Y si llega a firmarlo por su cuenta y riesgo el sucesor de Zapatero, cabe la alta probabilidad de que lo saboteen desde sus predios de poder.
 
El propósito de Rajoy de promover una reforma constitucional basada en un blindaje de las competencias del Estado y un cambio de la Ley Electoral para acabar con el chantaje de las minorías nacionalistas puede acabar quedándose en un sueño.
 
A las puertas de una crisis económica
 
A la crisis del modelo institucional, se unirá la crisis económicas que ya está a las puertas.
 
Si Zapatero consigue formar Gobierno, su receta consistirá en dilapidar el superávit para parchear las urgencias del corto plazo.
 
Y si es Rajoy quien gobierna, su margen de maniobra para aplicar las reformas necesarias será muy escaso. Cada medida que proponga dependerá de los intereses de las fuerzas nacionalistas en las que pueda estar apoyándose. Los sindicatos, por su parte, tomarán buena nota de la debilidad de un Gobierno en minoría.
 
A Rajoy le tocaría gestionar una crisis sin poder tocar el sistema para imprimirle mayor libertad.
 
Política anti-terrorista
 
En el frente anti-terrorista, las diferencias de política serán radicales, en el caso de que gobierne Zapatero o Rajoy.
 
El socialista intentará otra vez lo que él llama "el final dialogado de la violencia". Pero esta vez, previsiblemente, lo hará con mayor secreto y dispuesto a poner más cesiones políticas que antes. Si ya ha mentido una vez sobre la continuidad de la negociación –según reconoció en su reciente entrevista a El Mundo–, no hay razón para pensar que no volverá a hacerlo.
 
Y si es Rajoy el elegido presidente por el Parlamento, su política será de firmeza contra el terrorismo, de eso no hay duda. Lo que está por ver es si tendrá el completo control del aparato anti-terrorista y de los Servicios de Inteligencia del Estado, después de una nueva etapa de infiltraciones de mandos de obediencia socialista en la cúpula de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
 
La Justicia: asalto o bloqueo
 
Un capítulo decisivo en la agenda de España después del 9-M será la Justicia. Si es Zapatero el presidente investido tras las Elecciones, el asalto a los órganos judiciales por parte de la pinza formada por el PSOE y los nacionalistas se consumará sin remisión. Será un paseo militar. A partir de ese momento, el PSOE y sus socios tendrán pista libre para cancelar por la vía de los hechos consumados la Constitución de 1978 en todos los preceptos que aún estorben para culminar el cambio del modelo de nación.
 
Y si es Rajoy el investido por el Parlamento, la situación de bloqueo continuará, a menos que el presidente popular consiga pactar la renovación de los órganos judiciales –CGPJ, Tribunal Supremo y Tribunal Constitucional, Fiscalía General del Estado,...– con las fuerzas nacionalistas, con lo que el sistema jurisdiccional pasará a estar controlado por la llave de las minorías nacionalistas.
 
Y es que gane quien gane el 9-M, la agenda la marcarán los enemigos de la Constitución de 1978.

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