L D (Agencias) En su libro "Un obispo vasco ante ETA", Setién defiende que "ambos dolores existen". Para él, el causado por ETA es efecto de los asesinatos, los secuestros, las extorsiones o la falta de seguridad ciudadana; mientras que el "sufrido" por la organización terrorista es objeto de "los asesinatos del GAL, las condenas a penas a muerte –ejecutadas o no–, las torturas policiales, los encarcelamientos y las dispersiones padecidas por los presos de ETA y por las personas más o menos allegadas a ellos".
En este sentido, el que fue obispo de San Sebastián desde 1979 hasta 2000, asegura que rechazar este planteamiento hubiera significado "compartir las tesis del aniquilamiento de los enemigos". "Algo que ciertamente no hubiera sido coherente con el mandato evangélico de amar también a los enemigos", subraya.
Durante la presentación de la obra, Setién incidió además en que la "reparación" que ha de darse, "en justicia", a los daños causados por las injusticias infringidas por ETA "y también a ETA". En su opinión, esto está motivado por "las limitaciones inherentes a la reparación que la justicia puede aportar a los daños irreparables causados por la justicia". "No se puede ignorar que ETA no solamente es un objeto activo de injusticia sino también pasivo", insistió.
Además, abordó el tema de las víctimas "y su aportación a la tan necesaria y deseada reconciliación social". Así, manifestó su deseo de que "pudieran ser aportaciones válidas para lograr una mayor comprensión de los fenómenos analizados, con vistas a lograr una pacificación más plena y universal para todos".
En este contexto, afirmó también que no debe confundirse la negociación que pueda darse entre el Estado y ETA para "el cese de la lucha armada –en alusión al terrorismo– y la desaparición definitiva" de la banda con "el diálogo que ha de darse entre los grupos políticos en orden a posibilitar la solución al llamado conflicto vasco", en alusión esto último a las ansias independentistas de los partidos nacionalistas. "Un conflicto que en modo alguno ha de confundirse con el problema que para el pueblo vasco y para España es la existencia de ETA", explicó.
Setién destacó así la necesidad de incorporar "la dimensión ética" a la resolución que, "por vías estrictamente políticas", habría que dar "a los problemas políticos". "Se trataría de la necesidad de iluminar la contraposición que en la actividad política puede darse entre la debilidad de la ética y la fuerza del poder político –argumentó–. Sin una firme base ética no será posible edificar una paz justa y duradera".
Setién explicó que este libro ayuda a conocer "la verdad" de su posición "ante ETA" y aseveró que mientras ocupaba el puesto de obispo de San Sebastián se introdujo en el ámbito de la política "porque ello es una exigencia del ministerio episcopal". Sin embargo, defendió que lo hizo desde una posición "ética" y no desde "la opción partidista".
La Iglesia y el PNV en el origen de ETA
En esta obra, el obispo emérito de San Sebastián también realiza "una interpretación de los datos históricos" y defiende que el origen de la banda no está ni en la Iglesia ni en el PNV, negando la vital importancia que tuvo la iglesia vasca en el nacimiento de ETA. Así, dijo también que el PNV expulsó de la formación "a cuantos pretendieron seguir los caminos de la violencia".
"ETA era y sigue siendo un mal para el pueblo vasco, un mal incluso para las aspiraciones políticas de ese mismo pueblo, a las que ETA pretendería servir", enfatizó. A su juicio, para alcanzar la paz debe seguirse una doble vía: "la vía de la represión policial o/y la vía de la negociación". En este sentido, explicó que no defiende la necesidad de negociación con la banda sino que cree "conveniente" que no se rechace "a priori" este diálogo.