Las huídas de Rubalcaba y su posterior enfermedad habían aplazado un nuevo duelo entre Rubalcaba y el popular Gil Lázaro. Y el duelo no ha defraudado. El ministro del Interior ha vuelto con fuerza y con ganas de gresca.
El diputado del PP avisó a Rubalcaba de que "la prepotencia y soberbia le han jugado una mala pasada" y le pidió que "no haga planes a largo alcance porque la Justicia se le puede aparecer en cualquier momento". En este sentido, agregó que el chivatazo ha demostrado que cree que estando en el poder todo vale y por eso "está en un callejón sin salida".
Sin embargo, el vicepresidente primero del Gobierno no quiso contestar sobre el caso Faisán y se remitió a las preguntas escritas que respondió y que por otra parte se saldaban con un si o un no.
Pero en lo que sí quiso empeñarse Pérez Rubalcaba fue en intentar ridiculizar a Gil Lázaro, que se ha convertido en su azote en el Congreso. En un primer momento, el ministro del Interior recordó como estando en el hospital recibió numerosas muestras de ánimo. Y aseguró que le "llamó la atención" de la del popular. Ésta, según el vicepresidente decía: "que se recupere pronto para ver si viene a responder a mis preguntas".
En este momento, Rubalcaba intentó hacerse el gracioso, para disfrute de su bancada. "¿Qué haría usted sin mí los miércoles?", se preguntó, para añadir uno de sus argumentos favoritos al volver a cuestionarse que haría el popular sin él "los miércoles por la noche por las tertulias de la extrema derecha".
Ya en el colmo del bochorno, el ministro del Interior citó en el Congreso, y tratando el escándalo del caso Faisán, una canción de un grupo de música. "Es como la canción de Amaral, en ‘sin ti no soy nada’". Tras esto y los aplausos y las risas de su grupo, Rubalcaba se quedó tan a gusto y cerró su intervención pidiendo que la próxima vez Gil Lázaro se "esmere un poco más".
Como acostumbra últimamente, Rubalcaba se ha vuelto a escapar del caso Faisán utilizando distintas artimañas. Ha faltado a plenos, se ha hecho la víctima, se ha negado a contestar y ahora toca intentar ridiculizar al contrario. Todo vale para no hablar del fondo de la cuestión: su responsabilidad en el caso Faisán.