No se trata de la arrogancia del talante. Este visionario de tres al cuarto considera apestados a sus oponentes y les aisla con cordones sanitarios al tiempo que les pide colaboración y que arrimen el hombro en defensa de su doctrina, de sus intereses y de sus errores.
Del mismo modo que miente y les llama mentirosos, es irresponsable y les llama irresponsables, causa la crisis y no toma medidas y acusa a sus oponentes de ser los causantes y de no querer corregirla.
Es mucho peor que un demagogo. Es un perverso.
Es un instalado, un analfabeto en economía, en gestión. Desconoce la historia.
Por eso y por querer cambiarla a una doctrina liberticida que se ha demostrado un fracaso en todo el mundo, sólo practica el márketing y la perversión del lenguaje y los hechos para no perder votos. Sólo se dirige a sus votantes potenciales y naturales.
Eso ejercita invariablemente esta antiespañol, sectario y sinvergüenza.