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Rosa Díez recoge en una lista los "cadáveres políticos" de Zapatero

En su blog de la plataforma ciudadana Basta Ya, Rosa Díez, eurodiputada del PSOE, analiza la trayectoria de importantes políticos socialistas que después de servir a alguna causa de Rodríguez Zapatero fueron abandonados como un "clinex usado". Una larga lista, desde Pascual Maragall -porque a Nicolás Redondo Terreros "nunca lo eligió" Zapatero, aunque sí "prescindió de él" cuando "pensó que iba a ser un estorbo"- hasta Fernando Puras y Carlos Chivite. "A Zapatero se le amontonan los cadáveres políticos de entre los suyos", así comienza el análisis de Díez.

(Libertad Digital) Rosa Díez, europarlamentaria socialista, revisa los nombres de políticos que un día tuvieron cargos relevantes dentro del PSOE y que fueron apartados por José Luis Rodríguez Zapatero, cuando éste consideró que ya no le servían. Trasladamos, a continuación, las reflexiones que Rosa Díez expresa en su blog:
 
"A Zapatero se le amontonan los cadáveres políticos de entre los 'suyos'. Son personas otrora elegidas por él mismo, que tras ser utilizadas para un objetivo siempre  relacionado con el logro del poder pasan a engrosar la ya larga lista de 'prescindibles'. El primero fue Pascual Maragall (no cuento a Nicolás Redondo porque Zapatero nunca lo eligió, aunque prescindió de él en cuanto pensó que iba a ser un estorbo para sus coqueteos con los nacionalistas).
 
Maragall es el ejemplo paradigmático de un político usado y tirado como un clinex por el Secretario General del PSOE ; Maragall fue clave en la elección de Zapatero como Secretario General en el Congreso del 2000. Fue clave para que el PSOE, dirigido por Zapatero, aparentara tener opciones de Gobierno. Fue clave para fraguar pactos con los nacionalistas (a varias bandas, como se demostró con la negociación del Estatuto catalán). Fue clave para excluir al PP e irle convirtiendo en el "enemigo" de todos (recuerden el pacto del Tinel). Fue clave para dar protagonismo a Ezquerra Republicana y empezar a 'soñar' con un pacto similar en el País Vasco entre el PSE y Batasuna, sólo que aquí con unos tipos que aún tienen las manos manchadas de sangre, pero a los que el propio presidente calificó de 'hombres de paz'. Pero Zapatero no tuvo ningún escrúpulo para cargarse a Maragall en cuanto pensó que su permanencia al frente de la Generalitat podía poner en riesgo su permanencia en el gobierno de España. Y como al fin y al cabo este presidente maneja con mucha más soltura la  demoscopia que de la política, pues se lo cepilló y punto.
 
Después de Maragall vendrían otros: Bono, Ibarra, Juan Fernando López Aguilar, Jordi Sevilla, Miguel Sebastián, Trinidad Jiménez... La trayectoria y el desenlace ha sido difentente en cada caso; pero todos tienen en común haber sido usados y tirados a conveniencia del 'jefe'. Todos aquellos que han dejado de sumar dividendos, que tienen criterio propio y/o pueden ser algún día alternativa..., han de ser relevados de sus funciones y/o alejados convenientemente de los alrededores de Ferraz y/o del Gobierno; todos aquellos que conocen bien al Presidente están mejor lejos de los círculos de poder y/o influencia.
 
Ahora les ha tocado el turno a Puras y Chivite. La dirección del PSOE les hizo creer que 'el cambio' era lo que habían votado los ciudadanos navarros el 27 de mayo (aún el viernes, mientras se los 'cargaba'  lo repitió el Presidente en su visita a Parla). Y les hizo creer que los navarros habían decidido que Puras fuera el próximo Presidente de Navarra (Puras, que había sido relegado como candidato del PSN al tercer puesto en la Comunidad Foral). El PSOE aprobó el pacto entre el PSN y NaBai en su Comité Federal reunido tras las elecciones autonómicas y municipales últimas. Y se desgañitó a explicar en toda España que eso era lo que los navarros habían votado; y que Puras era el único candidato con legitimidad para ser el nuevo Presidente. Sólo un dirigente del PSOE dijo (una sola vez e insistió que lo hacía a título personal, pero yo lo escuché por la radio) que en Navarra habría que permitir gobernar a quien había ganado las elecciones, a UPN: fue Barreda, el Presidente de Castilla la Mancha. Nadie más dijo nada; nadie más puso reparos a un pacto entre el PSN y los anexionistas, separatistas y nacionalistas radicales.
 
Nadie asumió la realidad: que los navarros habían castigado la ambigüedad del PSN, que no se fiaban de ellos y que por eso lo situaron detrás del conglomerado nacionalista. Nadie pareció fijarse en que  los navarros habían dado más respaldo (en votos y porcentaje) a quien había gobernado dos legislaturas seguidas, por muy mejorable que sea (y es) ese gobierno. Sólo el viernes, cuando ya se sabía cual era la decisión de Ferraz, salió Bono a decir lo que a esas alturas ya era políticamente correcto: que NaBai era "independentista" y que no era propio que el PSOE formara gobierno con ellos... Gran descubrimiento, sí señor. Tardío pero certero; como los análisis de los economistas después de que han llegado o pasado las crisis: aciertan en el diagnóstico cuando ya no sirve para nada.
 
Con ese panorama los socialistas navarros se creyeron a pie juntillas que lo que había hecho Montilla en Barcelona también lo podían hacer ellos en Pamplona. No repararon en que antes que Montilla pasó por allí Maragall; no repararon en la forma en que Zapatero despachó a Maragall cuando calculó que iba a ser una rémora electoral. No repararon en que en Ferraz y Moncloa prima la demoscopia por encima de la política. No fueron conscientes de que si el presidente ha sido capaz de desprenderse sin perder la sonrisa de personas que le han ayudado a ser lo que hoy es, no le iba a temblar el pulso para dejarles caer sumidos en el mayor de los ridículos. Se les olvidó la nueva frase grabada en el mármol de la Moncloa 'Como sea'. No tomaron nota de que la cercanía de las elecciones llevó a la cárcel al 'hombre de paz', al hombre de futuro de Zapatero; no repararon en que De Juana Chaos volvió a la cárcel. No supieron apreciar los síntomas. No apreciar con quien se jugaban los cuartos.
 
Por eso volvieron el viernes a Pamplona con cara de no podérselo creer. Por eso escucharon abucheos e insultos delante de la sede del PSN: 'Esto es un atraco; manos arriba' , escuché de madrugada en un informativo de TVE2. En el mismo informativo dijeron que los centenares de manifestantes eran simpatizantes del PSN; en el mismo informativo dijeron que 'la proximidad de las elecciones generales y el hecho de que la alianza con los nacionalistas en Navarra pueda quitar votos al PSOE en toda España' había imposibilitado el pacto. No sé si los que se manifestaban eran simpatizantes del PSN o de los grupos nacionalistas, como ayer dijo algún diario. Tiendo a creer lo segundo; me parece difícil tanta militancia socialista movilizada ante la sede gritando 'Zapatero mentiroso'. No me cuadra tanta 'valentía'.
 
Aunque nunca se sabe; quizá aquellos que han sido incapaces de movilizarse cuando se ha sabido que el PSOE y el Gobierno  estaban negociando con ETA el futuro institucional de Navarra (y por ende de Euskadi y de España) sean capaces de rebelarse por perder una cuota de poder con la que les habían hecho soñar. Al fin y al cabo un espectáculo así de "edificante" ya fue protagonizado en Madrid por algunos dirigentes nacionales tras las elecciones últimas: quienes no habían dicho ni pío ante el 'proceso', ante el trato a De Juana, ante el abandono del  principio de igualdad para todos los españoles, ante la ruptura de los pactos de Estado, ante la pérdida de referencia nacional del PSOE, ante las cesiones políticas a ETA, ante la consideración política a los dirigentes de Batasuna-ETA, salieron a los medios a pedir la dimisión de Sebastián y Simancas porque habían perdido tres concejales... Aunque  callaron como muertos cuando Zapatero les impuso el candidato. Cuando el candidato tocado por el 'dedo divino' estaba vivo, todo eran loas; o silencio. Cuando se abrió la veda, cuando las expectativas de 'pillar poder' fracasaron, todos fueron a por él.  
 
Algunos piensan que estas son 'cosas de la política', que 'esto' es muy duro. No; 'esto' no es la política: esto es la pura y simple ambición humana de poder. Y esa ambición desmedida por el poder sólo se combate con la política, entendida ésta como un instrumento al servicio de los ciudadanos, como un 'contrapoder' frente a los verdaderamente poderosos, frente a aquellos que no necesitan de la política para decidir sobre el futuro de un país, de una sociedad. Pero de eso hablaremos otro día".

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