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Rosa Aguilar, del PCE al Ministerio de Medio Ambiente

La que será nueva ministra de Medio Ambiente, Rosa Aguilar, proviene de una militancia comunista. Afiliada al PCE y a CCOO fue dirigente de IU, diputada y alcaldesa de Córdoba hasta que abandonó de repente en 2009 para incorporarse como consejera de Griñán.

Rosa Aguilar es uno de los milagros de la política española. Si el gran Julio Anguita ya decía de ella, su auxiliar indispensable en la política cordobesa, que era "sorprendente" su metamorfosis avanzada que le ha hecho "degenerar" de militante comunista dura a figura clave del socialismo terminal de Griñán y Zapatero, ¿qué diría ahora a las puertas de su consagración como pieza del engranaje de este PSOE decadente y de su ascensión hacia un Ministerio, si es que consuma el milagro?

Quién la ha visto y quién la ve no puede hacer otra cosa que comparar años, lugares y palabras. Pero naturalmente ha tenido y tiene derecho al cambio, a explicar que ha estado equivocada durante la mayor parte de su vida y a condensar su crítica a la izquierda comunista en algún documento que podamos leer. Pero nada de esto ha sido hecho. Ahora se presta a la estrategia de restar votos a una crecida IU, para aminorar el batacazo de Zapatero. Una vez situada en la cadena, la autonomía no existe. Existe el movimiento incesante de la maquinaria.

Francisco Frutos la acusó de haberse labrado una carrera política personal desde la plataforma de IU, olvidando, eso sí, que ganó la alcaldía en Córdoba con la ayuda bisagra del PSOE tras unas elecciones donde el PP fue el partido más votado. Hay favores que deben ser pagados. Llamazares, por su parte, la tildó de "desleal", pero es de justicia señalar que la credibilidad del procubano todavía es más exigua que la de Rosa. Antes que ella, recuerden, dejaron de rimar con el PCE aristócratas como Sartorius, impetuosas ex comunistas como Almeida, e incluso sindicalistas excelsos como Gutiérrez. Y nada de esto ocurrió. 

Rosa Aguilar tiene poco más de 50 años, es soltera y licenciada en Derecho por la Universidad de Sevilla. Si los políticos fueran capaces de tener amigos, Rosa sería amiga de Pepe Griñán, que siempre ha tenido a Córdoba como segunda patria chica después de Madrid. Él se ha trabajado ideológica y éticamente a esta feminista moderada para que pudiera soportar el tránsito.  Desde que se asomó al PCFE en 1974, esta abogada dejó el bufete y fue concejal de Córdoba en 1987de una trabajada ascensión, peldaño a peldaño: abandonó su bufete y la abogacía cuando fue elegida edil del Ayuntamiento cordobés entre 1987 y diputada del Parlamento de Andalucía. Luego, fue diputada del Congreso de los Diputados por su provincia natal y en 1999 consiguió la alcaldía de Córdoba con pactos de despacho que luego corroboró en las urnas en 2003.

Persona discreta en su vida privada y moderada en las formas en la vida pública, fue casi el único capital político de una Izquierda "Undida" en el conjunto de España aportando "posibles" a su formación durante años. Su crítica comenzó a hacer sangre en la IU de un Llamazares que había derivado hacia posturas pronacionalistas radicales en el País Vasco. Cuando pudo sustituir al calcinado Gaspar, ya no entraba en sus cálculos seguir en IU. Se quedó en Córdoba, a la espera de la llamada de su amigo José Antonio, cosa que hizo para formar parte de la herencia de Manuel Chaves hace unos años y que ahora verá con orgullo cómo hasta el líder Zapatero valora la jugada de darle un estacazo en la hoz y el martillo a una IU que parece reanimarse en vez de morirse de una vez.

En sus alforjas políticas, laten algunas operaciones inmobiliarias cuestionadas incluso por el PSOE y que afectaron al famoso "malayo" Sandokán, con quien hizo buenas migas en la Córdoba califal. Pero, claro, ahora, este PSOE amigo dejará de incordiar con ellas.

Rosa Aguilar ha dicho que está en proyectos y cree en personas. Lo único extraño de esta mujer es su miopía. Si se ha ido de Izquierda Unida por no ofrecer "un perfil político claro, con nuestros rasgos diferenciados de honestidad e independencia. Y una imagen de utilidad, de seriedad, de trabajo, de ilusión", no sabemos qué oftalmólogo político le ha aconsejado mirar a España con las gafas regresivas del proyecto del socialismo de Zapatero. ¡Qué se le va a hacer! A veces uno ve únicamente lo que quiere ver.

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