El "fino oído" de Cunillera provoca la sorna de sus señorías en un pleno semivacío
El fino oído de la vicepresidenta del Congreso ha provocado la sorna de sus señorías en una sesión de control marcada por las ausencias de Zapatero y Rajoy. La socialista llamó al orden al PP por un comentario a Rubalcaba que muchos entendieron "terrorífico" pero que finalmente no lo fue tanto.
Ni el presidente de la Cámara, José Bono, se ha dejado caer este miércoles por la sesión de control al Gobierno. Con la ausencia de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, el hemiciclo del Congreso de los Diputados presentaba un panorama desolador; casi nadie en la bancada azul reservada al Gobierno y apenas unas docenas de diputados en los escaños
Esperado era el rifirrafe entre la portavoz del Grupo Popular, Soraya Sáenz de Santamaría, y la vicepresidenta económica, Elena Salgado, pero resultó mucho menos emocionante que los que hasta ahora mantenía con María Teresa Fernández de la Vega, quien tampoco se dejó caer por la Carrera de San Jerónimo.
Sí acudió a las Cortes el ministro Alfredo Pérez Rubalcaba, que volvió a montar el espectáculo. En vez de asumir responsabilidades por el escándalo del chivatazo a ETA, el titular de Interior se negó a responder, una vez más, a las preguntas de los populares Cosidó y Gil Lázaro porque, según dijo, son “insidias” y “barbaridades”. Según ha podido saber Libertad Digital, el PP se plantea incluso elevar una queja a Bono ante la actitud del ministro.
En este contexto llegaba también la polémica. Cuando Rubalcaba estaba terminando de realizar su primera “no-respuesta” a Cosidó, la vicepresidenta de la Cámara, Teresa Cunillera, entraba en escena para pedir orden ya que, según explicó, había escuchado un comentario “que todo el mundo había oído” y que no iba a permitir que se repitiera.
Acto y seguido, sus señorías, ya en los pasillos, se burlaban del “fino oído” de Cunillera y hacían cábalas sobre el tremendo exabrupto que, suponían, habría escuchado. No se ponían de acuerdo; “caradura” y “petardo” ganaban puntos, pero nadie sabía con exactitud cuál había sido el comentario. Hasta fue requerida la ayuda de las taquígrafas, que tampoco supieron desvelar el misterio.
Rubalcaba, ofendido, decía ya entonces que se pasa el tiempo “aguantando insultos terroríficos” y echaba más leña al fuego, si bien tampoco descubría que terrorífico comentario le había molestado tanto.
Los populares también tomaban la palabra y ponían el acento en que desde la bancada socialista se había escuchado alguna que otra palabra malsonante dirigida a ellos, y exigían imparcialidad a Cunillera.
Finalmente, la sustituta de Bono aclaraba por qué había amonestado a los de Rajoy. “Escuché que decían ‘qué cara más dura’”, zanjó la dirigente socialista, que ya en legislaturas anteriores se ha caracterizado por su afán protagonista. En el PP clamaban al cielo: “¿por eso nos regañan?... ¡todos los días se escuchan cosas más duras!”.
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