El pasado catorce de octubre de 2008 fue la última vez que Mariano Rajoy subió las escalinatas de la residencia oficial del presidente del Gobierno. Se convertía en el segundo encuentro de la legislatura y el décimo entre ambos. Hora y media de reunión en la que hablaron, fundamentalmente, de la crisis económica y en la que acordaron dejar para la siguiente cita la renovación del Tribunal Constitucional, todavía a la espera.
Ya en 2009, José Luis Rodríguez Zapatero se comprometió a recibir a Rajoy tras las vacaciones de verano, aunque la convocatoria se fue paulatinamente postergando. Finalmente, el 27 de noviembre, la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, anunció en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros que la reunión se produciría en diciembre. "Habrá cita, aunque no hay una fecha cerrada", apostilló.
Sin embargo, el propio Zapatero se encargaba de desmentir poco después a su número dos en los actos del Congreso con motivo del XXXI aniversario de la Constitución. Entonces, como ahora señalan fuentes de su entorno consultadas por Libertad Digital, el jefe del Ejecutivo puso como excusa su apretada agenda internacional ahora que asume la presidencia española de la Unión Europea.
"Ya veremos, todavía no hay nada", se limitó a decir entre risas Zapatero, si bien recalcó que su intención es que la reunión se produzca y que, en ella, se hable, ante todo, de la pendiente renovación del Alto Tribunal.
Ante tal desplante, Rajoy no disimula su enfado, si bien se encoge de hombros y reconoce que el asunto no está en sus manos. En un reciente corrillo con periodistas, aseguró que el presidente del Gobierno todavía no se había puesto en contacto con él y se mostró dispuesto a hablar de todos los asuntos que marquen la actualidad. Dicho esto, hizo un diagnóstico devastador de cómo está afrontando el Ejecutivo los diferentes problemas que le salpican.