En el cuartel general de los populares, en la madrileña calle de Génova, se resignan ante la tremenda fuerza que tienen los sondeos para asegurar, con redobles de solemnidad, que la estrategia marcada por Mariano Rajoy -y diseñada, en gran parte, por su sociólogo de cabecera, Pedro Arriola- es un éxito rotundo que no deja lugar "a ninguna otra interpretación".
"El CIS, sin pasar por cocina, nos da diez puntos de distancia con respecto al PSOE. Eso significa que estamos a una distancia aún mayor de la que nos ofrecen las encuestas privadas, incluso las nuestras. Tenemos mayoría absoluta", dice, con grandes dosis de euforia, uno de esos dirigentes que configuran el cinturón más cercano al líder del PP.
Una línea a seguir, fraguada al calor de lo que recomiendan los estudios demoscópicos, que pasa por hablar única y exclusivamente de economía. "Lo importante", viene a advertir Rajoy en cada mitin o acto público que protagoniza, es salir del atolladero actual, y para ello hay que "crear empleo irremediablemente".
"Esa es la prioridad", remachó el jefe de la oposición en una reciente intervención. "Y a eso estamos en el PP, a hablar de economía y de los problemas reales de la gente (...) Las encuestas avalan este discurso", sentencian las fuentes consultadas por Libertad Digital, del citado núcleo duro del ‘jefe’.
La advertencia de Aznar
Pero, ¿y qué pasa con todo aquello que no es economía? En octubre de 2010, y ante la plana mayor del PP -Rajoy incluido-, José María Aznar hizo suya la advertencia que ya en la campaña de las elecciones europeas Jaime Mayor Oreja no se cansó de repetir: "Sin duda alguna la crisis institucional es aún peor que la económica".
Y es que, recalcó el ex presidente, de lo que hablamos es de "la ruptura" de la nación y de un "daño" institucional que puede llegar a ser irreversible.
Dejando fuera la máscara pública, y ya amparados por el off the record, cargos con peso a nivel interno admiten que su "electorado de siempre" a veces puede verse "confundido" porque "no entremos a matar en asuntos" en los que antes hacían bandera.
Los asuntos guardados en ‘el cajón’
Una lista que no deja de ser extensa: desde la investigación de la matanza del 11-M hasta la política antiterrorista del Gobierno, no sin obviar los asuntos sociales, como las leyes del aborto o el matrimonio homosexual o la polémica Ley de Educación para la Ciudadanía.
"Javier -Arenas- nos metió en un problema", admiten en Génova, ahora con las aguas más calmadas, cuando vinculó a ETA con el atentado terrorista de Atocha. "Cuando lleguemos al Gobierno veremos con qué nos encontramos y será entonces, ya en el poder y si lo vemos claro, cuando tomaremos cartas en el asunto".
"El PP tiene fijada una posición sobre este asunto y no la estamos fijando todos los días salvo que se nos pregunte", corroboró el propio Rajoy, quien zanjó que "no forma parte" de su plan hacer oposición sobre la investigación judicial abierta en relación al 11-M.
El caso de la lucha contra ETA es distinto. Los estrategas del PP confiesan que, si finalmente Batasuna se cuela en las instituciones, "tendrán que dar la batalla". Otra cosa es que les convenga: "No queremos volver a enfrentarnos por este asunto como en la legislatura pasada, eso nunca nos convendría", arguyen. Esperan, en este sentido, que el Gobierno "no cometa los errores del pasado".
"Personalmente, yo sí me creo lo que dice Jaime -Mayor Oreja-. Y sí, en la anterior legislatura nos bastaba su diagnóstico para fijar postura, pero las cosas han cambiado", afirmó, antes de la masiva manifestación de víctimas en Madrid, un miembro del Comité de Dirección del PP en un encuentro distendido con periodistas.
Libertad Digital ya informó de que Rajoy "cree" al ex ministro pero "necesita pruebas", en palabras de miembros tanto de las direcciones central y vasca; órgano este último en el que el ex ministro empieza a ser visto como un enemigo más para sus intereses.
En materia social, el líder del PP ya esbozó por dónde irán los tiros en la Convención Nacional celebrada en Sevilla: "Quiero una España que rescate el valor de la familia para devolverle la importancia que le otorga la Constitución", avanzó, dejando fuera de su discurso palos de los que hizo bandera no hace tanto tiempo.
Sobre de la polémica asignatura Educación para la Ciudadanía, por ejemplo, Rajoy dijo en una reciente entrevista que la derogará, si bien en el proyecto educativo que entregó al Ejecutivo para alcanzar un acuerdo nacional no incluyó este extremo. "Ya veremos cuando gobernemos", se limitan a decir los suyos.
En cuanto a Ley del Matrimonio Homosexual, fuentes solventes aseguran que no se tocará: "Es una norma ya asentada y aceptada", sentencian, para a renglón seguido recordar que Rajoy aseguró que "escuchará a la gente" y "la gente quiere esta ley", según un miembro de la cúpula nacional.
Se dan más posibilidades con respecto a la Ley del Aborto, que en voz de Rajoy se suprimirá restableciendo la anterior. Muchas voces en el PP no van tan allá: "Ya veremos lo que dice el Tribunal Constitucional".
Temas capitales, así lo consideran incluso en el principal partido de la oposición, guardados en el cajón del olvido a la espera de las elecciones generales. Si las ganan, y ya con la comodidad de llevar las riendas del poder, puede que se pongan manos a la obra. No es, ni mucho menos, algo seguro. Lo único por lo que todos en el PP luchan ahora es por "un nuevo tiempo político".