Rajoy carga su discurso de mensajes subliminales contra Álvarez Cascos
En suelo asturiano, Rajoy resumió el 'manual contra Cascos' diseñado por Génova: partido, alianza con La Moncloa y lucha contra el paro.
El Partido Popular ha sacado músculo en tierra asturiana. Desde que Mariano Rajoy se decidiera por Isabel Pérez Espinosa, Francisco Álvarez Cascos -antiguo compañero de Gobierno- ha reunido día sí día también a centenares de personas en sus actos, enarbolando ya la bandera de su nueva formación.
Sin embargo, este sábado, el PP ha conseguido movilizar lo suficiente a sus bases para abarrotar el salón de actos de la universidad laboral de Gijón, ciudad en la que los populares tienen opciones serias de hacerse con el Ayuntamiento. Había miedo por cómo responderían los militantes, pero fueron alrededor de dos mil los que gritaron a coro "Isabel, presidenta" o "Mariano a La Moncloa".
Primer objetivo, conseguido. El segundo, sin duda, se antojaba más complicado: vender la marca de Pérez Espinosa en contra de la de Álvarez Cascos. Según los últimos sondeos, el ex ministro arrasará el 22-M pudiendo, incluso, gobernar sin alianzas. Le seguiría el PSOE y, ya como tercera opción, el PP.
Mariano Rajoy, en clave muy regionalista, puso encima de la mesa por qué Cascos no es a sus ojos la mejor elección. No le citó, cierto, pero resumió el argumentario contra su ex colega de filas diseñado por Génova.
El primer capítulo de ese 'manual contra Cascos' es dejar claro que apoyar al PP es estar "con el gran partido del centro-derecha española" que está "integrado en el PP europeo" y al que se van a incorporar "muchos españoles que saben que el socialismo no ha sabido gestionar la economía".
"Ése es el PP, un partido que es el nuestro, el que queremos, el que nos gusta, en el que estamos porque creemos que es el mejor para defender los intereses generales de los asturianos y los españoles", resumió Rajoy, ante un auditorio entusiasta que volvió a gritar eso de "Zapatero, embustero".
Por el contrario, la formación de Cascos, explican fuentes populares, "acaba de nacer" y de él no se sabe "casi nada, y ni mucho menos un programa".
Segundo gran argumento esgrimido por el jefe del PP: una alianza entre el Ejecutivo asturiano y el central, que da por hecho que él va a dirigir. "Queremos un gobierno con el que nos podamos entender cuando lleguemos a La Moncloa", afirmó. Un gobierno "con el que podamos elaborar un plan entre los dos". Un extremo, añaden ya en fuentes, "imposible de conseguir con Cascos".
"Asturias necesita estabilidad, garra, necesita apoyos, muchos apoyos. En Madrid y en Bruselas. Necesita un gobierno que dialogue, que hable y que, incluso si es preciso, discuta. Necesita gente normal en el Gobierno, gente que sea del PP", insistió Rajoy, que sólo entonces -con ya más de la mitad de su discurso pronunciado- citó el nombre de su candidata, Isabel Pérez Espinosa.
"Está preparada sobradamente. Lo ha hecho como nadie en el ayuntamiento. Tiene ilusión, ganas, fuerza y el apoyo de todos los que estamos aquí. El apoyo del PP y el mío personal. Os pido que la ayudéis y la respaldéis", exclamó, utilizando la "sensatez" y la "moderación" para definirla.
Sin embargo, la principal bandera para contrarrestar el efecto Cascos es exactamente la misma que utiliza en cualquier lugar del territorio nacional: la política económica. "Vamos a ganar, primero el veintidós de mayo y después las nacionales, y cuando ganemos en Asturias y en España comenzará la bonanza", aseguró.
Y es que, según Rajoy, ellos tienen la receta contra el desempleo, y recordó que José María Aznar (era en la que compartió Consejo de Ministros con Cascos) consiguió acabar con la destrucción de empleo que lastraba el Gobierno de Felipe González, algo que -afirma rotundo- él podrá conseguir si alcanza la Presidencia.
"Podemos hacerlo y lo vamos a hacer", y por ello volvió a dirigirse al votante socialista: "Aquí caben todos", aseguró, para rematar que es en "etapas de dificultad" cuando el PP se viene arriba en pro del interés general.
Veintiún meses ha costado la foto de Rajoy en suelo asturiano. Cerca de dos años. Una instantánea que se volverá a repetir en una campaña que, reconocen en el PP, será muy complicada para Pérez Espinosa, desconocida –incluso- para muchos de sus compañeros. A ella Rajoy mandó su último mensaje: "La batalla perdida es la batalla no dada".
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