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Pujol revela en sus memorias que en los 90 pensó en Roca como sucesor

El ex presidente de la Generalidad revela en el segundo volumen de sus memorias que en los años 90 pensaba en Miquel Roca como sucesor, aunque argumenta que no coincidieron los calendarios.

"No había más número dos que Roca ni más futuro número uno de CDC, y por tanto candidato a la Presidencia de la Generalitat, que él", remarca.

Jordi Pujol presentará la semana que viene el segundo volumen de sus memorias “Memòries II. Temps de construir (1980-1993)”, al que tuvo acceso Europa Press, y en el que repasa episodios como la querella que se presentó en su contra por el caso Banco Catalana, la operación reformista y las relaciones con el Gobierno como presidente de la Generalidad.

Pero en el capítulo “Los calendarios no coincidieron”, explica que tras obtener la tercera mayoría absoluta en 1992, ya tenía claro que no debía prolongar su Presidencia más allá del 2000, aunque la decisión, a su juicio, no debía anunciarse antes de 1998, porque no es bueno anticipar tanto un anuncio así.

"Es absolutamente erróneo que yo, como afirmaban algunos, no quisiera reconocer en Roca al número dos de CDC", señala Pujol, que alega que lo que pasó es que no coincidieron los calendarios, ya que en 1992 se podía prever que las elecciones generales de 1993 iban a quitarle la mayoría absoluta al PSOE, lo que abría nuevas perspectivas. Señaló que esa circunstancia hizo que no quisiera comprometerse sobre si iba a ser candidato a la Generalidad en 1996.

Pujol admite que algunos pueden pensar que tendría que haber anunciado en 1992 que cuatro años más tarde dejaría el cargo, que con 16 años de mandato habría sido suficiente, pero el ex presidente opinó que la política que llevó a cabo entre 1992 y 2000 fue muy positiva para Cataluña y para España.

Tras anunciar Roca que iba a encabezar la lista de CiU en el Ayuntamiento de Barcelona, Pujol apunta que él seguía pensando en él como "indiscutible número dos del partido a todos los efectos", así como candidato a la Presidencia, pero Roca ya había comenzado a reorientar su futuro político y profesional.

Aun así, en Cataluña y en España todo el mundo le considera como uno de los mejores políticos de la transición, dice Pujol, que no ahorra elogios para Roca: "Era nuestro político más brillante y eficaz, y muchos le veían como mi sucesor. Yo también le consideraba mi continuador natural".

La apuesta de MaS

El movimiento de Roca hacia el Ayuntamiento de Barcelona provocó que Artur Mas pasara a la Generalidad y al Parlamento regional. Mientras era concejal en el consistorio, Pujol creía que Mas podría tener un papel "muy importante" en la política municipal, y llegar a ser un candidato serio y potente a la Alcaldía.

Sin embargo, fruto de las circunstancias, se incorporaba a Mas como consejero, un hombre "joven, técnicamente competente, con las ideas claras y la cabeza bien ordenada y despierta, y de un catalanismo a toda prueba". Pese a todo, no fue hasta al cabo de unos años cuando el ex presidente comenzó a pensar que podría ser su sustituto en el partido y en la Generalidad.

Otro de los episodios que narra Pujol es la querella a la que se enfrentó por el caso Banca Catalana. "Me produjo una herida profunda. Pensaré en ello mientras viva", dice.

Si la campaña contra el banco le produjo una gran pena, señaló que lo que le conmocionó política, personal y éticamente fue la presentación de la querella, que pretendía destruir a CDC.

"No puedo personalizar mis acusaciones, y por consiguiente, no lo hago. Me limito a decir que en el Gobierno de Madrid había en aquel momento tres ministros catalanes que provenían del PSC", señala Pujol, que destaca que algunos socialistas catalanes lamentaron la querella, pero otros no.

El ex presidente de la Generalitat podía aceptar un papel de perdedor en la crisis de Banca Catalana, pero no podía aceptar que le tildaran de ladrón, y que intentasen meterle en la cárcel y destruirle política y personalmente. "Creo que he estado preparado para todo en esta vida menos para el deshonor", argumenta.

Múgica: Sustituir a Suárez

Otra de las revelaciones de Pujol en sus memorias se refiere al Gobierno central. Según él, el entonces dirigente socialista Enrique Múgica le visitó en 1980 para preguntarle cómo vería él que se forzase la dimisión del presidente del Gobierno Adolfo Suárez y su sustitución por un militar de mentalidad democrática. "Le manifesté mi total desacuerdo. Esta vista, junto con otros hechos, revela que los socialistas, o buena parte, tenían una prisa enorme por llegar al poder", apunta.

En sus memorias también tiene críticas para el PSC, no sólo por su pasividad en el caso Banca Catalana. Para Pujol, el PSC no ha tenido un proyecto de país y sigue sin tenerlo, pues "nunca ha tenido un programa sólido y capaz de generar entusiasmo", capaz de confrontarse con el de CiU.

En cambio, admite que ERC sí dijo algo nuevo con la idea de la independencia, pero los socialistas catalanes ni siquiera lograron la victoria llevando a Pasqual Maragall como candidato, "que generaba ciertas expectativas de cambio".

De Maragall dijo que le inspiraba poca confianza porque era imprevisible. "Tiene ideas fijas e impulsos difíciles de manejar, y un punto de ligereza que le lleva a crear situaciones muy difíciles", opina Pujol. Esa forma de ser le ha dado buenos resultados a veces, pero cuando llego a la Presidencia de la Generalidad puso de manifiesto su cara negativa, concluye.

Pujol defiende el pacto con UDC, aunque cree que CDC pecó de exceso de generosidad con la proporción de candidatos de cada partido, por cada tres de Convergència, uno de Unió. El problema, según él, es que el pacto tenía un punto de perversidad, porque los democristianos "podían llegar a la conclusión de que la mejor manera que tenían de crecer era hacerlo a expensas de CDC".

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