(Libertad Digital) Las relaciones de El País con el nacionalismo vasco son tan antiguas como intensas, pero en momentos complicados como este, el diario de PRISA no deja de salir al rescate del PNV, reclamando que el partido fundado por Sabino Arana se mantenga en el poder aunque sea en minoría.
Así, en su editorial de este lunes y pese a reconocer la obviedad matemática: "No es imprescindible que el PNV esté presente en cualquier combinación posible de gobierno", acaba por pedir que el PSE permita a los de Ibarretxe y Urkullu seguir en el poder ya que su "posición de primera fuerza política" hace que tengan legitimidad para plantear su alternativa, que pasaría por "un acuerdo con el PSE" o incluso "un Gobierno monocolor del PNV en minoría, abierto a pactos diversos".
Lo que tiene claro el editorialista de El País es que bajo ningún concepto quiere que PP y UPyD (partido al que ni tan siquiera llega a nombrar en el largo artículo) entren en el gobierno vasco, ya que la alternativa al gran pacto entre PNV y PSE o al gobierno en minoría de los socialistas no es la conformación de una mayoría constitucionalista sino "un Gobierno socialista en minoría tras un voto de investidura apoyado por el PP", es de entender que a cambio de nada.
No es la primera vez
En muchas ocasiones El País ha dado su apoyo inequívoco al PNV, a pesar de que en principio un periódico de corte socialdemócrata tendría pocos puntos de acuerdo con un partido nacionalista y de derechas; no obstante las relaciones empresariales que el nacionalismo ha tendido con PRISA parecen tener más influencia que las proximidades o lejanías ideológicas.
Así, ya en el año 2001 y después de que la apuesta regeneradora de Jaime Mayor Oreja y Nicolás Redondo Terreros se quedase a muy pocos votos de lo que habría sido un cambio histórico en el País Vasco, Juan Luis Cebrián firmó un tristemente famoso artículo en El País titulado "El discurso del método" en el que se felicitaba por la victoria del PNV y se lamentaba de "la batalla verbal -y no sólo verbal- que desde el nacionalismo español se había entablado contra el nacionalismo vasco, alimentando un espíritu casi de cruzada".
Cebrián criticó agriamente "una política, a todas luces errónea" que según él estaba "diseñada e instrumentada directamente desde Moncloa" pero que, aún más grave, "contó no sólo con el beneplácito, sino con el aplauso ancilar del candidato socialista", que "ha logrado perder para su partido un escaño".
Aquel artículo marcó el punto de inflexión en la política del PSOE en el País Vasco y a partir de ahí la nueva estrategia pasó por la defenestración de Redondo Terreros, el encumbramiento de Patxi López y el giro completo de una visión, hasta entonces aparentemente comprometida con la idea de España y con el político vasco como mascarón de proa, a otra muy diferente que ha pasado desde entonces por pactar al precio que fuese con cualquier partido nacionalista o regionalista que permitiese el acceso al poder, y ahí están los ejemplos en Cataluña, Baleares, Cantabria y, hasta este domingo, Galicia.