(Libertad Digital) El 24 de marzo de 2006, ETA acababa de anunciar el inicio de "un alto el fuego con carácter indefinido". Ernesto Ekaizer publicó en El País que el Rey había llamado a Mariano Rajoy para pedirle que apoyara explícitamente al Gobierno, en su iniciativa de abrir el diálogo con la banda terrorista. Según Ekaizer, el Rey le habría pedido a Rajoy que diese su apoyo aquella misma tarde, durante la sesión de control parlamentario al Gobierno.
Rajoy desmintió inmediatamente la información, de la que, por otra parte, y como es habitual en este redactor de El País, no se identificaba a ninguna fuente ni se ofrecía ninguna prueba de los hechos que describía.
El antecedente ilustra la fijación de El País y de su redactor con la Casa Real. La reincidencia de este fin de semana, con la filtración gubernamental de la supuesta conversación entre Esperanza Aguirre y Don Juan Carlos confirma la sospecha de que El País y el Gobierno podrían estar interesados en laminar la imparcialidad del Rey para deteriorar su imagen ante un sector de la sociedad.
En la cumbre del G-8 celebrada en Gleneagles, Ernesto Ekaizer se presentó en la conferencia de prensa de Tony Blair pertrechado de insinuaciones sobre la responsabilidad de su Gobierno en los ataques terroristas sufridos en los transportes públicos de Londres, en julio de 2005.
El todo-terreno de El País abordó al primer ministro británico en los siguientes términos: "Soy Ernesto Ekaizer del diario El País. Mi pregunta es si se podría aceptar que algo se hizo mal para que los terroristas cometieran el atentado".
La respuesta de Blair, tajante, no le dejó al enviado de El País más ganas de seguir preguntando: "Esta gente que mató inocentes son los responsables, los autores de los ataques son los únicos responsables", dijo Blair.
El 14 de septiembre de 2006, Ernesto Ekaizer volvía a la carga con una nueva pieza de manipulación periodística que se desmoronó en 24 horas. Ese día, El País insinuó en portada que El Mundo habría pagado a José Emilio Suárez Trashorras por una entrevista. Al día siguiente, en un careo en Antena 3 TV con Pedro J. Ramírez, Ernesto Ekaizer se vio obligado a reconocer: "No podemos acreditar si El Mundo pagó o no pagó. Para mí, como periodista", se justificó, "eso es irrelevante".
La última contribución de Ekaizer y El País al periodismo aventurero ha sido la revelación de las supuestas actas de la reunión de José María Aznar y George W. Bush en el Rancho Crawford, en febrero de 2003. La filtración, de la que existen pocas dudas de que ha salido del Gobierno, ha causado perplejidad en los circuitos diplomáticos.
La conclusión a la que conduce este tipo de primicias es que España no es un Estado fiable al que hacer confidencias.
Pero las consecuencias para la reputación de las instituciones parecen traer sin cuidado a El País, a su redactor y al Gobierno que les provee de historias, porque de lo que se trata es de acosar a la Oposición, sea política o cívica, y si de paso, como en el caso de la última entrega del periodismo aventurero, se lamina al Rey, pues miel sobre hojuelas.