El líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, vuelve a su política del silencio. “Espera a que escampe la tormenta”, dicen los suyos, en referencia a la decisión del Tribunal Supremo de reabrir el caso de los trajes, lo que pone a su barón Francisco Camps al borde del banquillo.
Según un portavoz autorizado, el jefe de la oposición sólo tiene programados dos actos para los próximos días; en ninguno responderá a las preguntas de los periodistas. Concretamente, el sábado ha convocado una reunión con los líderes regionales del PP en la sede nacional para analizar el tijeretazo del Gobierno. Y el lunes participará en un acto sobre cultura en Cartagena.
“Las explicaciones ya se han dado en Valencia”, arguyen en Génova, que dan por buenas las palabras del presidente regional: “no he hecho nada, soy inocente, no voy a dimitir”. Sin embargo, una cosa es lo que se diga oficialmente y otra bien distinta lo que se escucha en los pasillos. “Por lo menos, en este caso, no lo tenemos en el despacho de al lado”, ironiza un miembro del aparato, para quien el caso Camps tiene visos de convertirse en “el infierno Bárcenas”.
Dos vertientes en Génova
Como suele pasar cada vez que hay lío interno, dos vertientes empiezan a vislumbrarse en la sede nacional. Por un lado, la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, y el responsable de Comunicación, Esteban González Pons, a favor de “actuar ya” para evitar “males mayores”. Por otro, la denominada vieja guardia, incluyéndose en este grupo a los poderosos Javier Arenas y Ana Mato. Ésta última se pasó toda la tarde del miércoles llamando a los díscolos valencianos para que cerraran filas en torno a su líder.
Sin embargo, lo único cierto a día de hoy es que Rajoy descolgó el teléfono para decirle a Camps que “adelante”. Si quiere dimitir, mejor que mejor, y si no, a aguantar el chaparrón.
Voces críticas en el PP
En el Congreso de los Diputados se llevan las manos a la cabeza. “¿Alguien se acuerda del debate de ayer?”, se pregunta, cabizbajo, un parlamentario. Otro le responde: “hasta que Rajoy no haga algo con Camps, nuestra labor de oposición quedará en un segundo plano”. Son mayoría en las Cortes quienes le piden a su líder que actúe “antes de que sea demasiado tarde”.
“Los periodistas sois como sois (…) ya os imagino en la rueda de prensa de los lunes”, comenta otro diputado, en alusión a la habitual rueda de prensa de Cospedal tras el Comité de Dirección del PP.
En Valencia también aguardan a la espera de que Génova se pronuncie. “No habrá rebelión si Rajoy no la lidera”, sentencia un miembro de la Ejecutiva regional, que ayer ovacionó a Camps, en conversación telefónica con Libertad Digital. Su argumento es compartido por varios: “aquí nadie va a levantar la cabeza, nadie va a decir nada, hasta que desde Madrid no tomen las riendas”. Aseguran que el plantón de los alicantinos fue “un simple toque de atención”.
“La clave son las encuestas, que van bien, pero lo malo es que esta inacción, esta presión permanente, no la vamos a poder aguantar”, apunta otro parlamentario de las Cortes regionales. “Todo es muy complicado (…) no me atrevo a aventurar nada, todo depende del devenir de los acontecimientos”, añadió.
Barberá: "Voy a seguir siendo el valladar del PSOE"
Públicamente eso sí, sigue el cerrado respaldo. “Que le regalen a un presidente autonómico tres trajes de 'Milano', que es una tienda normalita tirando a baja, no es causa suficiente para empapelarlo”, afirmó González Pons, en declaraciones a Punto Radio. Jaime Mayor Oreja también salió en defensa de Camps: “es de los políticos en España que desde luego no se ha enriquecido”.
Por su parte, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, defendió "la inocencia" del presidente "como político y como persona", y añadió que ella seguirá en su cargo como "valladar" para que los socialistas no ocupen la Alcaldía y también para ejecutar la reforma del Cabanyal. "