L D (EFE) En una entrevista que publicará este miércoles el semanario alemán Die Zeit, Moratinos afirma que el combate contra el terrorismo islámico es "el objetivo más importante de la comunidad internacional". La resolución del conflicto palestino-israelí y la estabilización y la democratización de Irak serían los otros dos objetivos prioritarios, pero, según su criterio, no pueden alcanzarse por medio de intervenciones armadas.
"¿Es la guerra la estrategia correcta? ¿Tenemos que bombardear Marruecos después de los atentados de Madrid? ¿Tenemos que invadir Marruecos?", se pregunta el futuro ministro de Exteriores para justificar su rechazo a la intervención en Irak. "En la lucha contra el terrorismo, seguramente es útil el compromiso en Afganistán. Estamos dispuestos a aumentar nuestra presencia allí. Pero no en Irak", añade Moratinos.
A su juicio, los terroristas islámicos "quieren imponernos una guerra entre civilizaciones". "Nosotros, las democracias occidentales, no debemos seguir ese juego", sino "combatir el terrorismo con todos los medios de los que dispone el Estado de Derecho".
Moratinos cree que esa "guerra de las civilizaciones" es en realidad "un conflicto de intereses, de influencia política, de poder, de hegemonía, en el que la cultura y la religión se usan para ganar poder e influencia".
Moratinos, Marruecos y el islote de Perejil
Asimismo, considera que Europa ha ignorado en la última década los riesgos que implica la proximidad geográfica de una región inestable como el norte de África. "En los últimos años, España ha descuidado mucho, sobre todo, las relaciones con Marruecos. En lugar de científicos, profesores y técnicos, hemos enviado soldados para defender una isla deshabitada", dice Moratinos, en referencia al conflicto desencadenado cuando, en julio de 2002, fuerzas marroquíes invadieron el islote de Perejil.
"La tarea de una política exterior basada en una relación de socios es evitar de antemano que pueda llegarse a una situación como ésa", añade el futuro ministro del Gabinete Zapatero. "La política exterior española entre 1996 y 2004 dejó de estar encaminada a crear confianza. Hasta 1996 habíamos creado una relación positiva con Marruecos, pero esa base de confianza no se cuidó. Por supuesto que la crisis de Perejil empezó por una provocación marroquí. Pero esa provocación fue el resultado de una pérdida mutua de confianza".