Miguelito Pino es un personaje singular. Con la apariencia física de un Carlos II recién pasado por una crisis, aniñado -ya menos, claro -, redactor con otros seis del Proyecto de Estatuto de Andalucía y siempre postergado por quienes le conocían mejor, como Felipe y Alfonso, desde el principio hizo gestos de largueza. Por ejemplo, la moto. Famosa fue la máquina que glosó Antonio Burgos: "Una Guerrikati,creo que se llama, o una Gonzaluki", escribió.
Y añadía: "Y al cronista, por atreverse a la funesta manía de pensar, seguro que lo tachan de fascista. Que es sabido que aquí todos los que no bailamos al son que nos tocan somos unos fascistas. Los que no bailábamos al son del Cara al Sol éramos unos rojos. Los que no bailamos al son de La Internacional somos unos fascistas. Lo que sí diría es lo que es Pino. Lo tengo en la punta de la lengua...)". Qué bien vio y qué pronto vio el cronista. Corría junio el 83. Hace 25 años.
Miguelito Pino aspiraba a estar en el capitalismo. Si no, no tiene explicación que decidiera incorporarse a Prasa, una inmobiliaria con negocios diversos natural de Córdoba, con serios intereses en Sevilla y con gran peso en la ahora intervenida CajaSur. Da idea de la amplitud de sus intereses que interviniera en el proyecto del Gran Casino de Sevilla, que iba a ser localizado en la ciudad vecina de Sevilla, Camas, junto a London Club Limited y un club de golf vinculados a los arroceros Hervas. ¿Quién representaba ya a Prasa? Miguelito del Pino Menchén. Esto ocurría en 1998.
Pero intervenía en muchas otras actividades. Por ejemplo en los terrenos súper apetecidos del antiguo Cuartel de Tablada. Decía el cronista Pepe Fernández, un ínimo conocedor de andanzas y miserias, "Precisamente, el representante de esta empresa fue quien subió de tres a cinco mil millones el precio de Tablada en la subasta de Defensa, rompiendo un “pacto de caballeros” con Inmobiliaria Osuna. Obviamente, las cajas, una de ellas fiscalizada por Pino, también tuvieron que pagar más. ¿Juez y parte?" Claro, se refiere a que Pino era representante de Prasa y, al tiempo, ato cargo en la Caja San Fernando, implicada en el negocio.
No podemos contarlo todo. Dejemos, pues, muchas cosas en el tintero, incluso la operación Cortijo del Cuarto y Villanueva del Pítamo cuando se creía que Sevilla iba a ser ciudad olímpica y se disputaban su localización algunos clanes socialistas, entre ellos el formado entonces por Monteseirín y Pino. Prasa sacaba la patita en Dos Hermanas, feudo del clan de Los Toscano, de los que ya hemos dicho algo en esta "Tela de Araña".
Lo que no tiene disputa es que Pino, "el antiguo revolucionario expropiador de las Juventudes Socialistas" se había convertido en otro genio de las finanzas como vicepresidente de la Inmobiliaria Prasa. Los modos y maneras de Prasa cambiaron bastante desde la llegada de Pino. Por ejemplo, "el alcalde de Estepona, Antonio Barrientos, del PSOE, reconoció que la constructora cordobesa Prasa transfirió más de 2,55 millones de euros al Ayuntamiento entre los meses de agosto y marzo de 2003. El dinero se ingresó como "aportaciones voluntarias". Según Barrientos, este dinero procede de la renegociación de convenios urbanísticos que la anterior alcaldesa, Rosa Díaz, del PP, firmó con la promotora sin negociar compensación alguna para las arcas municipales." Así lo contaba El País, que apostilló con la voz de ultratumba del periodista Ignacio Bayón: "Fíjense si es abierta y progresista esta constructora que no sólo acude a pagar nóminas en Estepona, sino que viene cobijando, desde que dejó de ser presidente de la Diputación sevillana, a Miguel Ángel Pino, veterano dirigente del PSOE." Claro que no sabemos si Pino fue el instigador de dicha operación o sólamente del manual de estilo porque en 2002, al parecer, lo despidieron.
Que sí, que fue un despido, como la catedral de Córdoba. Un despido silencioso, casi con nocturnidad. No hemos encontrado absolutamente ni una noticia de este despido. En ningún periódico, ni siquiera en el ABC, que tiene edición en Córdoba. Nadie sabía nada y todo e mundo creía que Miguelito se había cansado del capitalismo. Peo no, tuvo que pasar algo tremendo. Reparen en que nuestro hombre había seguido siendo presidente de la Comisión de Control de Caja San Fernando, impuesto por el PSOE mientras era alto mando de la inmobiliaria Prasa, lo cual, para más de uno, será un contradiós socialista porque permitía encender una vela a Dios y otra al diablo, simultáneamente. Pero no especulemos.
El siguiente documento de la empresa Prasa es definitivo. Miguelito de Pino no se fue voluntariamente. Véanlo:
Libertad Digital publicó en 2008 que el socialista "pata negra" Miguel Ángel Pino había sido durante años un altísimo directivo de Prasa - fue adjunto a la presidencia del grupo desde 1995 a 2002 -, y que continuaba siendo apoderado del grupo según constaba en el Registro Mercantil, con certificación expedida el 19 e junio de 2008. Sin embargo, el grupo Prasa reconoció que tal confusión era debida a que no habían cumplido los deberes administrativos de dar de baja en el Registro al apoderado en cuestión. Para certificarlo, nos aportaron el documento que reproducimos y en el que, por cierto, se desprende, que Miguel Ángel Pino fue despedido por Prasa, al constar en el mismo su baja como no voluntaria. Tremendo. ¿Qué pasaría allí?
No lo sabemos. Lo que sabemos es que poco después Prasa entraba en una espiral de desgracias. El 17 de junio de 2008, eran detenidos el alcalde de Estepona, Antonio Barrientos y, además, varios concejales y cargos como el de Economía y portavoz municipal del PSOE, Francisco Zamorano; el jefe del Gabinete de la Alcaldía, José Flores, la concejala de Playas, Marisa Rodríguez Pino; el arquitecto Arturo Cebrián; el concejal del Partido Estepona (PES), Manuel Reina y el ingeniero de Urbanismo Javier Wittmeur, que figuraba en las últimas elecciones locales en la candidatura del Partido Estepona (PES), formado por ex integrantes del grupo GIL, entre otros. Uno de estos otros fue José Romero González, presidente de la promotora Grupo Prasa y máximo accionista del Córdoba FC.
Por cierto, ¿sabían que el máximo dirigente andaluz de Comisiones Obreras, Paco Carbonero, empezó su andadura sindical en el grupo Prasa? Qué pequeño es el mundo. Y no digamos nada de las relaciones de Cajasur con Prasa. ¿Cuánto dejó de pagar Prasa a Cajasur, ahora intervenida por el Banco de España? Pues tiene que ser bastante. Junto con Aifos, Noriega, Marín Hilinger y Arenal 2000, del tambièn malayo Sandokán, son las inmobiliarias cordobesas con las que la entidad ha operado más y gracias a las cuales se ha hundido. Pero ahora que todos aprovechan para arremeter desproporcionadamente contra la Iglesia, digamos que en muchas de ellas se enroscaba la larga mano de hombres y mujeres del PSOE.