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Luis Yáñez equipara a los manifestantes del sábado con los franquistas "incluso" por su "aspecto físico"

Las terminales mediáticas del Gobierno se han lanzado en tromba contra la histórica manifestación convocada por el PP el sábado en Madrid. El País, al frente, publica este lunes un artículo del eurodiputado socialista Luis Yáñez, que supone una vuelta de tuerca más en las descalificaciones del PSOE a los ciudadanos que ejercen su derecho constitucional de manifestación. Dice Yáñez, que "es inevitable" recordar las concentraciones franquistas, "incluso por el aspecto físico de los asistentes". De extrema derecha, agresivos o sectarios son algunos de los calificativos que el eurodiputado dedica a los manifestantes.
 
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(Libertad Digital) Luis Yánez es el eurodiputado socialista que semanas atrás retiró a última hora una enmienda en el Parlamento europeo en la que pedía claramente la legalización de Batasuna-ETA, y lo justificó en que se había "malinterpretado".
 
Este lunes, en el diario El País, se ha sumado a la catarata de insultos y  descalificaciones que desde el Gobierno del PSOE y sus medios afines están lanzando contra el PP tras las histórica y multitudinaria manifestación del pasado sábado en Madrid. En un artículo titulado De banderas e himnos, Yáñez partiendo del supuesto "abuso de los símbolos comunes de España" que según repite el PSOE estos días está haciendo el PP, se despacha a gusto contra este partido y los ciudadanos que acudieron el sábado a la plaza de colón.
 
Dice el eurodiputado socialista que "es inevitable que nos retrotraigan a épocas oscuras de nuestro pasado. Recordemos las concentraciones convocados por el Caudillo en la Plaza de Oriente". Su argumento para hacer esta afirmación es el siguiente: "No, no es que oficial ni públicamente las convocatorias de ahora hagan referencia a tal conjura, sí a alguna otra, ni se aclame al Caudillo, afortunadamente desaparecido, pero el clima, los gritos, las pancartas e incluso el aspecto físico de los asistentes, además de los citados símbolos, recuerdan a millones de españoles aquellos mal llamados tiempos".
 
Después, Yáñez desarrolla una peculiar interpretación de la transición en la que alaba la "generosidad" de la izquierda por renunciar a recuperar "la tricolor de la II República y con ella el himno de Riego, aquel general patriota que fue fusilado en defensa de la libertad ". Según la particular versión del socialista los símbolos "pudieron, poco a poco, ir siendo asumidos por todos y no patrimonializados por nadie" porque "la bandera y el himno se utilizaron, como debe ser, en los actos comunes y no partidistas, en los oficiales y solemnes, y en las victorias deportivas, culturales o artísticas internacionales".
 
Más peculiar si cabe es la justificación de Yáñez a que en "las manifestaciones izquierdistas" ondeen cada vez más banderas republicanas. Esto se debe, dice, a "una reacción" a que Aznar rompiera con la "tradición" del "pueblo español" de no utilizar los símbolos nacionales "para cualquier cosa". En concreto se refiere a la decisión de colocar una gran bandera rojigualda en la plaza de Colón, que dice que "no pasaría de ser una anécdota freudiana si no es porque en democracia los equilibrios del subconsciente colectivo no deben tocarse sin riesgo de provocar reacciones contrarias".
 
Según el eurodiputado socialista "el retorno a la politización de la jerarquía eclesiástica, la quiebra de la independencia de determinados sectores del poder judicial, la eclosión de programas de extrema derecha en algunos medios de comunicación con actitudes que creíamos superadas después de la desaparición de diarios como El Alcázar o Arriba, y sobre todo la estrategia opositora de la cúpula del PP desde que perdiera las elecciones de 2004, y todas las que la han seguido, han hecho emerger comportamientos revanchistas". Y añade que "están despertando paralelismos revanchistas de otro signo que, si no lo evitamos, tarde o temprano se manifestarán también con idéntica agresividad y sectarismo".
 
Después de llamar agresivos, sectarios, de extrema de derecha, franquistas e incluso ridiculizar el aspecto físico de los cientos de miles de manifestantes que se concentraron en Madrid sin provocar un solo incidente, Yáñez se atreve al final del artículo a llamar a la "mesura" y la "sensatez" para "que todos puedan defender sus ideas o expresar sus críticas sin agredir a los demás".

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