“¿Los sindicatos están aquí?” “No, no. No han llegado todavía”. El que preguntaba era Gaspar Llamazares, portavoz de IU, a las 11 de la mañana. A esa hora los sindicatos convocaban una ronda de contactos con los grupos parlamentarios para pulsar el ánimo político sobre la reforma laboral. “No hay dirección política. Hace falta un cambio de Gobierno”, decía Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CCOO, minutos antes en una entrevista radiofónica. Se refería a “un cambio de personas”, como concretaba algo más tarde el sindicalista en declaraciones en los pasillos del Congreso. En otras palabras, una crisis de gobierno.
Enseguida comenzaban las reacciones de los grupos parlamentarios. La del PP venía de Soraya Sáez de Santamaría: “El país así no aguanta dos años y se necesita un liderazgo con credibilidad. Zapatero no es el presidente de Gobierno que se necesita, menos en tiempos de crisis”. El PNV navegaba, como casi siempre, en la ambigüedad. “El país tiene muchas carencias pero ya tendremos ocasión de fijar nuestra posición con respecto a las expectativas de futuro, en el debate del estado de la nación, que está ya muy próximo”, decía el portavoz parlamentario peneuvista, Josu Erkoreka.
Lo relevante sin embargo es hoy la posición de dos partidos minoritarios que constituyen, no obstante, el grueso ideológico de la izquierda parlamentaria: IU e ICV. Ambas formaciones, pertenecientes al mismo grupo parlamentario, tenían hoy un enfado monumental. “Es un escándalo”, decía Joan Herrera en referencia a la reforma laboral. “Una pérdida absoluta de sensibilidad del Gobierno”. Le completaba su compañero Gaspar Llamazares: “El Gobierno quiere hacer de esquirol de la huelga general”.
La importancia radica en que hasta ahora estos dos grupos no estaban por el “cambio político” sino por el “giro a la izquierda”. Hoy, la cosa ha cambiado. “Coincidimos los dos con Toxo en que este gobierno necesita un cambio de dirección. No sé si es posible dentro del PSOE y si tiene musculatura suficiente para reorientar políticamente”, advertía Herrera. “Es urgente darle la vuelta a esta política”, le seguía Llamazares. “No se si es posible hacerlo con sus actuales miembros, o serán necesarias modificaciones en la composición del Gobierno”.
El que, obviamente, no ha coincidido con el dictamen de CCOO ha sido el PSOE. Apenas terminaba su encuentro de una hora con los sindicatos, y José Antonio Alonso ya cargaba contra ellos, en preguntas de Libertad Digital. “Son unas declaraciones claramente injustas”, decía explicando que el ejecutivo mantiene el núcleo social. Alonso defendía también a Zapatero por luchar contra la crisis económica durante los dos últimos años “con determinación, inteligencia, y con sufrimiento”.
Los grupos no se mojan sobre la reforma laboral
El escenario descrito sirve de aperitivo sobre lo que será el próximo examen del ejecutivo. El martes de la semana que viene se votará en el Congreso el decreto ley del Gobierno sobre la reforma laboral. Y al igual que con el anterior decreto del Plan de Ajuste, el Ejecutivo vuelve a caminar en la cuerda floja, aunque no es previsible que vaya a caerse. De ahí la confianza de la número tres del Gobierno. Al término de la sesión plenaria del Congreso, la vicepresidenta económica, Elena salgado, manifestaba su confianza: “Estoy segura de que tendremos apoyos suficientes”.
De los grupos parlamentarios, tan sólo IU-ICV avanzaban un NO rotundo al decreto gubernamental. El resto, no se quería mojar. Desde el PP, la portavoz Sáez de Santamaría se evadía: “trasladaremos nuestra posición, permítanme que hoy haga una primera lectura”. Y en el PNV, lo mismo. “Probablemente el PNV fijará posición definitiva el lunes con la ejecutiva de por la tarde”.