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Los otros datos ocultos de Sánchez Manzano y la mochila número 13

Según se desprende del sumario, Juan Jesús Sánchez Manzano ocultó al juez durante más de tres meses una radiografía que evidenciaba que la bomba no explotó porque uno de los cables estaba suelto. Sin embargo, los responsables del cuerpo de artificieros no informaron de este hecho y en su lugar enviaron un escrito al magistrado en el que se decía que "no es posible establecer unas circunstancias concluyentes para determinar el fallo".

Según se desprende del sumario, Juan Jesús Sánchez Manzano ocultó al juez durante más de tres meses una radiografía que evidenciaba que la bomba no explotó porque uno de los cables estaba suelto. Sin embargo, los responsables del cuerpo de artificieros no informaron de este hecho y en su lugar enviaron un escrito al magistrado en el que se decía que "no es posible establecer unas circunstancias concluyentes para determinar el fallo".
(Libertad Digital) La mochila de Vallecas es el hilo conductor hasta los islamistas detenidos por la policía en los atentados, horas antes de las elecciones del 14 de marzo. Gracias a las tarjetas prepago de los teléfonos móviles conectados a los explosivos, es decir al teléfono de la mochila número 13, se pudo llegar a los detenidos en Lavapiés. Por eso es difícil de entender que Jamal Zougam y compañía, que regentaban un negocio de móviles, dejaran las tarjetas que los identificaban en los teléfonos, cuando las alarmas que sirvieron para detonar las mochilas funcionan sin necesidad de tarjeta alguna.
 
Además, no existe ningún testimonio de que la mochila supuestamente encontrada en Vallecas fuera hallada en alguno de los trenes que estallaron. La única imagen (en la foto de la noticia principal) la publicó la cadena estadounidense ABC News, pero resulta que no corresponde a la verdadera mochila desactivada por la policía. En la comisaría de Vallecas, uno de los policías cedió una bolsa parecida, al no tener a mano la mochila verdadera, para que la cadena ABC la grabara junto al explosivo.
 
Una mochila "sospechosa" con explosivos mal conectados
 
El trayecto comenzó apenas acabado el 11-M. Pasadas las dos de la madrugada del 12 de marzo de 2004, en la Comisaría de Puente de Vallecas apareció una bolsa de deportes de color azul marino y asas de cuero marrón que contenía una bolsa de basura con unos cables y un teléfono móvil. Había llegado allí procedente de la estación de cercanías de El Pozo. Aparentemente, un despiste hizo que aquella supuesta “bomba número 13” viajara en un vehículo policial como si se tratara de un objeto más de los encontrados en los alrededores del tren que explotó a las 7.40 horas del 11-M.
 
Inmediatamente, los agentes llamaron al 091 para que acudieran los Tedax. Fue entonces cuando hizo aparición un equipo al frente del cual, como operador número 1, se encontraba el tedax Pedro. Tras una primera inspección, el agente decidió trasladar la bolsa en un coche policial al parque Azorín, cercano a la comisaría, donde hizo una radiografía y, posteriormente, desactivó manualmente el artefacto. A pesar del valor documental de la radiografía, ésta no le fue entregada a Del Olmo hasta finales del mes de julio de 2004. El inspector jefe Cáceres Vadillo la retuvo en su despacho.
 
Sin embargo, tal y como explicaba Casimirio García Abadillo en El Mundo, la radiografía que hizo el operador de los Tedax, Pedro, a la mochila número 13, es ilustrativa de la tesis que va cobrando mayor fuerza entre los investigadores: en la fabricación de los artefactos participaron, al menos, dos personas. “La genialidad y la chapuza se unen en las bombas que provocaron el mayor atentado de la Historia de España de forma aparentemente inexplicable. El teléfono móvil (que en la radiografía aparece sobre una masa negra que conforma el bloque gelatinoso de 10,120 kilogramos de dinamita Goma- 2) constituye el elemento esencial del conjunto explosivo. Actúa, a la vez, como iniciador eléctrico y como temporizador”, decía al análisis de Abadillo del pasado 13 de junio.
 
Sin embargo, el juez Del Olmo conoció de la existencia de la radiografía a través de la declaración del tedax Pedro (agente número 1). Entonces el magistrado la reclamó a dicha Unidad, al frente de la cual figura el polémico comisario Juan Jesús Sánchez Manzano, quien finalmente le remitió el informe a finales del mes de julio de 2004 (la radiografía se realizó en la madrugada del día 12 de marzo de 2004).
 
Hasta ese momento, los responsables del cuerpo de artificieros prefirieron no informar de la radiografía y por ello enviaron un escrito a Del Olmo en el que se decía que "no es posible establecer unas circunstancias concluyentes para determinar el fallo" de la bomba. En los informes periciales de la Unidad Central de Desactivación de explosivos y NBQ se dice que "el artefacto contaba, en definitiva, con todos y cada uno de los elementos necesarios para su correcto funcionamiento". El 15 de julio del pasado año, el juez Del Olmo reaccionó con indignación ante el comportamiento de los Tedax y les reenvió el informe, exigiendo que a la mayor brevedad posible le amplíen toda la información de los detalles de una radiografía que se le había ocultado.
 
El 27 de julio, Sánchez Manzano contestó al magistrado con un estudio de dos tedax en el que se reconoce que la existencia de la radiografía, según la cual "uno de los cables del teléfono se encuentra sin conexión alguna". Aún así, siguen sin admitir este hecho como la causa principal de que la mochila no estallara. Posteriormente, se filtró la rocambolesca idea de que la coincidencia de otro móvil con la misma matricula de identificación (Imei) habría anulado la alarma. Una cortina de humo más.

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