Tras su parada por enfermedad, que le salvó de varios debates problemáticos, Alfredo Pérez Rubalcaba volvía la semana pasada a la vida pública por todo lo alto: gracietas en el Congreso, bromas en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, ambigüedad sobre la sucesión, hiperactividad en la precampaña de las autonómicas.... Pero un titular ha dado con sus esfuerzos al traste. El escándalo del chivatazo ha vuelto a estallarle en la cara al vicepresidente –junto a Zapatero- justo cuando más candente está el tema de la candidatura para 2012.
Este lunes, la publicación de las actas de la negociación con ETA relativas al 22 de junio de 2006 ha terminado de evidenciar la responsabilidad política del ministro del Interior y del presidente en el escándalo del soplo a la banda. Según el diario, en la reunión el Gobierno llegó a pedir disculpas por lo ocurrido, reconoció que intentaron "parar" los arrestos y llegó a citar la entrada en el ministerio de Rubalcaba como supuesto gesto hacia la banda.
Atendiendo a lo recogido en las actas, halladas tras la detención de "Thierry" en 2008, quedaría demostrada la implicación del ministro en el soplo pero no sólo eso. El emisario del Ejecutivo habría reconocido que se trató de esconder que la extorsión terrorista seguía en marcha pese a la tregua –Rubalcaba lo negó insistentemente en esos meses con el peregrino argumento de que la banda había enviado las cartas antes de dejar la violencia- e incluso se habría insinuado la posibilidad de buscar fórmulas para financiar a la banda.
La responsabilidad política que se le viene reclamando al ministro deja con estos documentos de ser teórica y coloca a Rubalcaba en una posición delicadísima justo cuando peor le viene. En estos días previos al Comité Federal del PSOE del día 2 de abril, la fecha en que se especula que Zapatero podría anunciar que no se presenta, el ministro del Interior había multiplicado su presencia pública con eslogan incluido. Contestando el miércoles a una pregunta referida precisamente al chivatazo, recurrió al chiste citando la canción de Amaral "Sin ti no soy nada" y provocando carcajadas entre sus compañeros de filas. El viernes volvió a hacerse el simpático ante la prensa tras el Consejo de Ministros. Y el fin de semana llegó el momento de los mensajes políticos con su presencia en un macro mitin de José María Barreda que se interpretó, de nuevo, como una señal de que será candidato,
Atrás parecían haber quedado los días aciagos que precedieron a su baja por una infección urinaria. El ministro tuvo que enfrentarse en los mismos días a las pesquisas sobre el protocolo de actuación de los Tedax el 11-M en el proceso contra Sánchez Manzano, con el desfile de artificieros ante la juez Coro Cillán y el comunicado de Interior que se demostró falso, y a la investigación en la Audiencia del juez Pablo Ruz. Con la portada de este lunes, el tema del soplo vuelve a la actualidad y coloca al ministro contra las cuerdas. Y ni siquiera podrá esgrimir que lo que apunta el diario está basado en las declaraciones de unos terroristas. Él mismo declaró hace unos años que "ETA nunca miente".
Todo parece invitar al PP a hacer de Rubalcaba blanco de sus críticas, teniendo en cuenta, además, que podría convertirse en el rival de Rajoy en 2012. Sin embargo, el líder del partido ha decidido, por el momento, callar. El partido ha pedido de nuevo la dimisión de Rubalcaba pero por boca de Esteban González Pons.
La sesión de control en el Congreso tampoco será utilizada por Rajoy para referirse a este asunto. Como ha venido haciendo en los últimos meses, el líder del PP volverá a preguntar por la economía al presidente del Gobierno en lugar de aprovechar la ocasión para exigirle que destituya al ministro. Habrá cambio de pregunta, pero no en el sentido que cabría esperar. Rajoy, en lugar de debatir con Zapatero sobre la competitividad de nuestra economía, como estaba previsto, le preguntará sobre la reforma laboral. El chivatazo volverá a dejárselo a otros.