L D (Luis del Pino) El día 11 de marzo de 2004, 10 bombas causaban la muerte a 192 personas y heridas graves a varios cientos más. Además, los Tedax encontraron y desactivaron otros dos artefactos explosivos en las estaciones. Sin embargo, cuatro años después de la masacre, el primer asalto judicial del 11-M se saldó con una única condena por la ejecución material del atentado: la de Jamal Zougam. Seguimos, por tanto, sin conocer la identidad de al menos 11 de los 12 colocadores de bombas que tuvieron que participar en el atentado.
Para colmo, crecen con el tiempo las dudas acerca de la culpabilidad de ese único ejecutor conocido. El periódico El Mundo publica este lunes una entrevista en exclusiva con el marroquí Zougam, la primera que concede a un medio de comunicación. En esa entrevista, Zougam reitera su inocencia, denuncia las irregularidades cometidas con él durante la instrucción del sumario y el juicio, y denuncia haber sido elegido como cabeza de turco para tapar a los verdaderos autores del atentado
Publica asimismo el periódico El Mundo testimonios que demuestran que la Policía ocultó informaciones que apuntaban a la inocencia de Zougam. En concreto, la Policía disponía de datos que corroboraban que Jamal Zougam estaba en el gimnasio la noche del 10 al 11 de marzo de 2004, a esas horas en que, según la versión oficial, los terroristas del 11-M estaban montando sus artefactos explosivos en una casucha situada en Morata de Tajuña.
Dos testigos distintos confirman la versión que Zougam ya diera en el juicio, al situarle en aquel gimnasio entre las 10:30 y las 11:30 de la noche, lo que indicaría que Zougam no pudo participar en los preparativos de la masacre el día anterior al atentado. Ese dato se suma a otros indicios ya conocidos, como el hecho de que no se haya podido probar ningún contacto entre Zougam y el resto de los condenados, o como el hecho de que no haya aparecido ninguna huella o rastro de ADN de Zougam en ninguno de los escenarios de la masacre.
Pero, más importante aún que el que esos testimonios corroboren la coartada de Zougam, es el hecho de constatar que la Policía, disponiendo de esos datos, no los adjuntó al sumario, privando así a Zougam de sus posibilidades de defensa. Esa injustificable omisión constituye un indicio más de que existió una voluntad deliberada de "demostrar" a toda costa que aquel marroquí, detenido en plena jornada de reflexión de las elecciones generales, era culpable de los atentados.
Recordemos que, como ya publicó Libertad Digital en su día, esos intentos por probar a toda costa la culpabilidad de Zougam llegaron hasta el punto de enviar al juez dos informes en los que se afirmaba, falsamente, que Zougam había comercializado un cierto lote de tarjetas telefónicas, cuando la Policía tenía en su poder la declaración de otro marroquí, que reconocía haberlas comercializado él.
Desvela también el periódico El Mundo que no sólo se ocultaron los datos relativos a la asistencia de Zougam al gimnasio la víspera del atentado: tampoco se adjuntaron a ese sumario los datos contables proporcionados por la gestoría que llevaba las cuentas de la tienda de telefonía de Zougam, a pesar de que esos datos contables hubieran permitido corroborar, o desmentir, la versión oficial sobre la comercialización de las tarjetas telefónicas supuestamente usadas en las bombas del 11-M.