Las armas que despreció Rubalcaba, presentes en el asesinato del gendarme
Interior acusó a Francia de exagerar por el robo de Vauvert. Ahora, tres años después, esas armas aparecen en el asesinato del gendarme. Francia busca a una decena de etarras por su participación en los hechos. Este jueves homenajearán en Madrid al agente.
Las Fuerzas de Seguridad francesas buscan a los terroristas de ETA que perpetraron el martes el robo de vehículos en Dammarie-les-Lys y que asesinaron posteriormente al gendarme Jean-Serve Nerine, cuando cuatro de ellos fueron sorprendidos. La investigación está en manos del Tribunal de París y de la Subdirección Antiterrorista (SDAT), dependiente de la Policía Judicial.
Las primeras pesquisas llevadas a cabo por los agentes franceses y las primeras reconstrucciones de los hechos llevan a pensar que hasta una decena de terroristas de ETA pudieron participaron en el plan de robo de coches y estar presentes en el posterior tiroteo. "Pensamos en un comando de al menos seis personas, puede que diez, entre ellas una mujer, porque había seis vehículos robados", aseguraron fuentes de la investigación consultadas por la televisión francesa TF1.
Las investigaciones que llevaron a cabo durante este miércoles los agentes franceses permitió terminar de perfilar los sucesos acontecidos durante la tarde-noche del martes a pocos kilómetros de París. Entre estos datos, por ejemplo, que el arma que fue incautada al único etarra detenido, Joseba Fernández Aspurz, un revólver 357 Magnum de la marca Smith and Wesson y del calibre 11:43mm, fue uno de los que ETA robó en una empresa de armamento francesa en plena negociación entre el Gobierno de Zapatero y la banda armada.
Ese robo se produjo, exactamente, el 23 de octubre de 2006, en la localidad gala de Vauvert, en las cercanías de Nimes, de la que los etarras se llevaron 300 revólveres como el anteriomente mencionado, 50 pistolas, munición para los dos tipos de armas y piezas sueltas de estas armas cortas.
Precisamente, pese a la polémica que levantó este robo, menos de tres meses después de que el Gobierno verificaba, supuestamente, que ETA no tenía actividad, el ministro del Interior español, Alfredo Pérez Rubalcaba, restó importancia al mismo. Es más, para ello, utilizó al diario El País, que no tuvo reparos en llevar a su portada las supuestas discrepancias entre España y Francia sobre el rearme de la banda durante la tregua.
El diario de Prisa llegaba a decir que "los mandos antiterroristas españoles incluso creen que Francia exagera sobre el rearme etarra y el número de miembros con que contaría la banda. Incluso sugieren que puede existir una clave interna francesa para ese diagnóstico, como la disminución de efectivos policiales en el país vecino dedicados a la lucha contra ETA. Además, los franceses carecen de la información política, sobre la marcha del proceso".
Ahora, esas armas que hicieron que desde el ministerio del Interior español se acusará de exagerar al país vecino sobre las capacidades y el rearme de ETA aparecieron precisamente en el primer asesinato por parte de la banda terrorista de un gendarme francés.
Recostrucción de los hechos
Cuatro de estos etarras salieron con sendos vehículos robados de la localidad francesa y, en un pequeño camino de arena cercano a una carretera principal de entrada a la vecina Villiers-en-Biere, detuvieron sus vehículos y utilizaron bidones de gasolina que ya tenían preparados para rellenar los depósitos de estos automóviles. Durante este proceso de llenado, fueron descubiertos por una patrulla de cuatro gendarmes que estaba en la zona controlando el acceso a un centro comercial, y que decidieron intervenir.
En ese momento, comenzó un fuerte tiroteo entre los terroristas de ETA y los gendarmes franceses. Dos balas impactaron en el chaleco antibalas del cabo de la Gendarmería Jean-Serve Nerine, pero otra entró en el cuerpo del agente por una axila, uno de los lugares donde el chaleco no ofrece protección. El agente fue rápidamente trasladado a un hospital cercano, pero murió una hora después de tiroteo.
Aprovechando el descocierto generado por el tiroteo, tres de los etarras que habían sido reducidos por los gendarmes, pero no esposados, consiguieron huir. Uno de ellos se subió a uno de los vehículos robados que estaban repostando. Otros dos huieron campo a través. Tras la huída también de los terroristas que habían iniciado el tiroteo, los agentes franceses sólo pudieron arrestar al único etarra al habían esposado, a Fernández Aspurz.
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