La Policía de Gibraltar, a la Guardia Civil: "Tenemos la Armada aquí cerca"
El Mundo publica nuevos detalles acerca del último incidente con la Royal Nayy que retratan la actuación de las autoridades de Gibraltar en aguas españolas. En este nuevo episodio de hostigamiento a la Guardia Civil hubo amenazas, agresiones físicas e insultos graves.
Una actitud que Fernando Lázaro, autor de la información, estima como provocadora, retadora e insultante. Según el Instituto Armado, las palabras y el tono del comisario de Gibraltar, Louis Wink, fueron claras: "Espero que las armas no salgan a relucir, pues tenemos a la Armada inglesa aquí cerca". Wink estaba en una embarcación gibraltareña discutiendo con la Guardia Civil cuando pronunció estas palabras, en repetidas ocasiones.
Ahora, El Mundo ha conseguido reproducir el incidente, que los implicados califican como de máxima gravedad. A las doce horas del día 28, tres guardias civiles salieron a navegar en la GCM-12 para probar los motores después de algunos problemas mecánicos. Sólo eran dos e iban desarmados.
Se dirigieron a la bahía, siguiendo hacia la zona del boquete de Poniente. Siempre en aguas españolas. Cuando estaban a unos seis o siete cables del dique del puerto, vieron llegar a lo lejos varias embarcaciones. Inicialmente pensaron que se trataba de agentes de Gibraltar llegados para hostigar y acosar, como es habitual en ellos. Pero pronto se percataron de que se trataba de una persecución de varias naves semirrígidas de la Policía de Gibraltar y de la Royal Navy a otra embarcación, que huía en dirección a ellos.
El agente de la patrullera española trató de interponerse en la trayectoria de la nave que huía, para ayudar. Observó que estaba siendo tripulada por un ciudadano español muy conocido en la zona. Según el relato de la Guardia Civil, el perseguido buscó refugio con ellos, porque les podía haber evitado y seguir hacia el puerto de Poniente.
Pero la nave buscó la embarcación del Instituto Armado y se pegó a ella. Los agentes comprobaron que, además de navegar en una embarcación legal, no llevaba nada sospechoso a bordo. Les explicó que si paraba, los gibraltareños le iban a confiscar el barco.
Según El Mundo, inmediatamente después llegaron las tres embarcaciones de Gibraltar, que abordaron por el otro lateral a la nave que perseguían. Tras una fuerte discusión, los policías gibraltareños saltaron a la nave española y empezaron a golpear al detenido. Dos de los guardias intentaron parar la lluvia de golpes, y el tercero comunicó lo más rápido posible al COS y a Base los incidentes. Poco después, y según las fuentes del diario, "aquello era una feria de barcas de Gibraltar".
A la patrullera española se acercó Louis Wink, Comisario Principal de Gibraltar, que aseguró a los agentes que el ciudadano español estaba "detenido" y que "eran sus aguas". No escucharon los argumentos del Instituto Armado. Al tratarse de un ciudadano español en aguas españolas, y que no había cometido delito alguno, los agentes se negaron. Entonces llegó una nueva embarcación de la Guardia Civil con otros tres agentes, que a su vez fueron rodeados por más naves gibraltareñas.
Según El Mundo, entonces se hizo cargo de la situación un teniente de la Guardia Civil, aunque nadie tomó ninguna decisión. Sobre las 14:30 horas y tras varios avisos amenazantes de Wink, éste llegó a asegurar que se llevaría detenidos a los dos guardias de la primera embarcación española.
Los agentes españoles, mientras, seguían sin recibir instrucciones. La dirección general de la Guardia Civil, a quien ya se había informado, no reaccionaba. Una de las embarcaciones británicas no dudó en golpear la nave española, provocando algunos daños leves en estribor. El español perseguido aprovechó entonces para saltar a la semirrígida de los españoles, y de ahí a la patrullera, donde logró refugiarse.
"Además de insultos fuertes a los guardias, hubo manotazos", aseguraron fuentes del instituto a El Mundo. Los policías gibraltareños llegaron a invadir una de las naves españolas, pero fueron expulsados. Wink, dice el diario, amenazaba con llamar a la Royal Navy y soltar "amenazas en toda regla". El español perseguido presentaba lesiones en cara, tronco y brazo. Y los guardias civiles, que registraron y grabaron todas las conversaciones, en ningún momento recibieron instrucción alguna.
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