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La fiscal del 11-M reconoce que sólo ha desentrañado "parte de lo ocurrido"

La fiscal de la fase instructora del 11-M indica que la investigación sólo ha servido para "poder desentrañar parte de lo ocurrido". A principios de septiembre, Olga Sánchez reconoció que el caso "no está totalmente esclarecido", lo que movió al ministro de Justicia a matizarla. Este miércoles, Sánchez descarga en un artículo publicado en El País una intensa tensión emotiva contra periodistas y medios de comunicación "de todos conocidos", e incluso contra "compañeros" de la Fiscalía que no la han acompañado en su "soledad casi dañina" durante su dedicación al caso. "Ha sido algo absolutamente repugnante, nauseabundo y mezquino", estalla al referirse a la investigación seguida por medios independientes.

(Libertad Digital) La fiscal es consciente de que no se sabe todo acerca del 11-M. No es la primera vez que rebaja las expectativas de su trabajo.
 
A principios de septiembre, reconoció que el caso "no está totalmente esclarecido", lo que obligó, casi inmediatamente, al ministro de Justicia a matizar que es normal que un caso no se resuelva del todo y que, de hecho, en sus 32 años de dedicación profesional a la Fiscalía, nunca consiguió aclarar totalmente un delito.
 
Ésta vez, la acotación de Olga Sánchez a los límites de la "verdad judicial" tiene el significado de manifestarse después de una Sentencia que ha echado por tierra la tesis de la Fiscalía sobre los inductores de los ataques terroristas del 11 de marzo de 2004, lo que ha movido al Ministerio Público a anunciar que recurrirá el fallo del Tribunal por absolver a Rabei Osman El Egipcio, a quien la investigación oficial y los medios de comunicación que la pregonaron como única verdad sobre el caso inventaron como el "cerebro" de la masacre.
 
La fiscal de la fase instructora sugiere cierto alivio al encontrarse a punto de concluir "para siempre" su dedicación al caso. Se despedirá del 11-M una vez presente ante el Tribunal Supremo el recurso contra la Sentencia de la Audiencia Nacional, dictada el pasado 31 de octubre.
 
Es sólo una de las notas subjetivas de un artículo de opinión cargado de emotividad, una cualidad de la fiscal que ya ha aflorado en otras ocasiones. 
 
La fiscal ajusta cuentas con los medios de comunicación "de todos conocidos" que han cuestionado elementos de su investigación, apuntando evidencias concretas de contradicción, lagunas, errores o manipulaciones y falsedades suministradas por los investigadores de la Policía y la Guardia Civil y asumidas por la Fiscalía como elementos veraces de las pesquisas :
 
"Hemos soportado con mucho estoicismo", se reconoce a sí misma, "el ataque virulento que diariamente se ha llevado a cabo por medios de comunicación de todos conocidos, que a la postre siempre obedecían intereses privados".
 
Sánchez tampoco olvida a los políticos del PP –a los que, sin embargo, no menciona–, de los que cuestiona, incluso, su representatividad:
 
"Los ataques procedentes de algunos representantes de la soberanía popular o aspirantes a ello, democráticamente elegidos en las urnas, eran del todo punto inadmisibles".
 
Lo publicado por la Prensa independiente sobre el trabajo de Olga Sánchez "ha sido algo absolutamente repugnante, nauseabundo y mezquino", se desfoga la fiscal.
 
En este contexto, Sánchez señala que ha cumplido con su deber de "dar la respuesta correspondiente a la sociedad", incluso asumiendo que la investigación sólo "ha servido para poder desentrañar parte de lo ocurrido".
 
El esquematismo emocional del artículo traza una línea separadora entre "plumillas de estómago agradecido", por un lado, y la unidad solidaria de la fiscalía, el juez, la Policía y la Guardia Civil y las víctimas; todo ello, dictaminado por la propia fiscal de sí misma.
 
Olga Sánchez se retrata sufriendo una "soledad dañina" durante su dedicación al caso, y no olvida a "compañeros" de la carrera fiscal –a quienes tampoco identifica– en sus reproches:
 
"Nuestro trabajo (el del juez, la Policía, la Guardia Civil, los funcionarios del Juzgado), mi trabajo, vocacional, siempre merecerá la pena, aunque ni siquiera, ante tanto exabrupto, nuestros propios compañeros –en mi caso sólo de escalafón–, algunos asociados, se hayan acordado de nosotros", concluye su artículo en la edición de este miércoles de El País.

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