L D (Pablo Montesinos) El contenido pero también los gestos. Desde hace días, el Palacio de la Moncloa ha estado preparando la reunión entre ambos dirigentes de manera minuciosa. Se ha discutido, incluso, cómo debía saludar el presidente al lehendakari. Ya lo apuntaba la propia María San Gil (PP) escasas horas antes del encuentro: lo haría con semblante serio para "representar" su teórica disconformidad con el referéndum de Ibarretxe.
Y así fue. Con la insignia nacional a la izquierda y la bandera vasca a la derecha, el presidente Zapatero esperaba al lehendakari Ibarretxe a pie de escalinatas. El cielo era oscuro, la misma tonalidad que eligieron ambos mandatarios para sus trajes. Divergieron, eso sí, en el color de sus corbatas dentro de la citada oscuridad. Zapatero la prefirió roja e Ibarretxe azul.
La sonrisa también ha sido muy analizada. "Seria y de circunstancia" en un recibimiento muy breve, no más de medio minuto, en el que los representantes públicos no han realizado comentarios. Apretón de manos nada más salir del coche y poco antes de entrar en el palacio presidencial. Tanto Zapatero como Ibarretxe se han despedido de la prensa alzando levemente la mano.
Lo cierto es que las reuniones entre ambas figuras institucionales se han ido deteriorando con el paso de la legislatura. En el último encuentro, fechado el pasado 20 de junio (tras el fin de la tregua trampa de la banda terrorista ETA), todavía había cierta "sintonía política" a pesar de la circunstancia del momento. En esta ocasión, de esa cordialidad se ha pasado a la más clara tensión política.
Continuando con las formas, las discusiones de los asesores del presidente en la palacete presidencial, según publica el diario El Mundo, también se centraron en quién debía de dar la rueda de prensa posterior al encuentro: un ministro de primer orden, de segunda o el propio Zapatero. Y es que se discutía si se debía de dar rango institucional a las pretensiones independentistas llegadas dede Vitoria. Al final, ha sido el propio presidente el que ha contestado a Ibarretxe. Todo un "honor" para una reunión que, según el PP, no debería de haberse producido.
Un encuentro, en definitiva, con muchos gestos a analizar.