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La campaña más sucia finaliza dejando al gobierno catalán en manos de los pactos postelectorales

La campaña electoral en Cataluña, que se ha caracterizado por las agresiones al PP y a Ciutadans, ha llegado este lunes a su fin con predicciones inciertas sobre cuál será el próximo gobierno de la Generalidad y dejando los resultados en manos del porcentaje de participación. Ni las encuestas ni la campaña electoral han aclarado el panorama político catalán, en el que, al margen de los resultados del 1 de noviembre, la duda está en quién acabará sumando los apoyos parlamentarios suficientes para acceder a la presidencia: Artur Mas o José Montilla.

La campaña electoral en Cataluña, que se ha caracterizado por las agresiones al PP y a Ciutadans, ha llegado este lunes a su fin con predicciones inciertas sobre cuál será el próximo gobierno de la Generalidad y dejando los resultados en manos del porcentaje de participación. Ni las encuestas ni la campaña electoral han aclarado el panorama político catalán, en el que, al margen de los resultados del 1 de noviembre, la duda está en quién acabará sumando los apoyos parlamentarios suficientes para acceder a la presidencia: Artur Mas o José Montilla.
L D (Europa Press) Los convergentes han echado toda la carne en el asador para lograr el máximo número de escaños posibles e intentar evitar la reedición del tripartito, aunque sea a costa de cargar contra ERC, uno de sus posibles socios de gobierno o apoyos externos. Descartado el pacto CiU-PSC, por unos y otros, los socialistas han eludido en todo momento hablar de la reedición del tripartito, aunque Montilla es consciente de que su única posibilidad de llegar a la presidencia pasa, según las encuestas, por un pacto de los tres partidos de izquierdas.
 
CiU: De la campaña agresiva al tono institucional
 
Tras un inicio polémico con la distribución del DVD "Confidencial Cat" contra el tripartito y la firma de sus promesas ante notario, CiU ha preferido atemperar el tono en los últimos días de campaña, abandonando la agresividad para buscar el voto moderado y evitar también un efecto de defensa que pueda beneficiar en el último momento a sus adversarios.
 
Aun así, la federación se reservó para el final uno de sus golpes de efecto, con la foto de Artur Mas con el presidente del F.C. Barcelona, Joan Laporta, a cuatro días de las elecciones. La reacción del PSC, convocando al día siguiente la misma escena con Laporta, sirvió a Mas para reafirmar algo que llevaba ya unos días diciendo en sus mítines,  que "los socialistas van a rueda" de CiU en esta campaña.
 
De las críticas agresivas al tripartito y su acción de gobierno, el discurso de Mas ha pasado en los últimos días a reclamar el voto de los electores del PSC y de ERC decepcionados con el actual Ejecutivo, e incluso a los de PP e ICV-EUiA, pidiendo a los catalanes que "no voten en función de adscripciones ideológicas sino en clave de país". En esto últimos días, Mas no se ha cansado de proclamar a CiU como "el voto útil" que garantiza "un buen gobierno y un liderazgo firme", apelando también al sentimiento nacionalista y a la herencia de los gobiernos de Pujol para proclamarse heredero de una visión de país "fruto de mil años de historia".
 
La demostración de fuerza nacionalista se produjo este domingo, cuando reunieron a unas 15.000 personas en el Pabellón Olímpico de Badalona, lejos de las 8.000 que acudirán hoy al cierre de campaña del PSC en el Palau Blaugrana con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, como principal gancho electoral.
 
PSC: La ayuda de Zapatero para movilizar el "cinturón rojo"
 
Los socialistas han intensificado su campaña en los últimos días ayudados por las cuatro visitas del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que este lunes se dio un baño de masas en Santa Coloma de Gramenet. El principal objetivo del PSC y su candidato, José Montilla, es despertar las bolsas de voto socialista del llamado "cinturón rojo" y que son tradicionalmente abstencionistas en las elecciones autonómicas.
 
El discurso sosegado de Montilla durante la primera semana se ha reformulado en los últimos días en ataques directos a CiU y su candidato, Artur Mas, ha quien ha desacreditado una y otra vez atribuyéndole actitudes "autoritarias" y comparando su trayectoria política de "despacho" con la lucha antifranquista ejercida por el candidato socialista. Montilla se presenta ante el electorado con la voluntad de ser "el presidente de todos los catalanes" y, aún siendo valedor de la obra de gobierno de Pasqual Maragall, ha dejado claro en reiteradas ocasiones que un gobierno de coalición "debe ser serio" e "ir a una" e incluso consideraría más cómodo gobernar sin ERC. Sí ha descartado totalmente la llamada "sociovergencia".
 
El PP ha sufrido el mayor acoso en la campaña
 
El PP finalizó su campaña electoral con un último golpe de efecto, el regreso del presidente del partido, Mariano Rajoy, para apoyar a Josep Piqué en su último acto en Rubí. Los populares han sido los que han tenido que soportar mayores coacciones. No sólo las agresiones de Piqué y Acebes en un acto en Martorell, sino también pintadas amenazantes contra sus sedes o autobuses. Con la vuelta de Rajoy,  los populares pretenden movilizar al electorado que les apoya en las generales, pero que se queda en casa en los comicios autonómicos, tal y como les ocurre a los socialistas. El objetivo de Piqué es consolidar los 15 escaños que tiene actualmente el PP en el Parlamento catalán e intentar encauzar la batalla por la Moncloa dentro de dos años.
 
Será la tercera vez que Rajoy hace su incursión en la campaña electoral de las catalana. La última, el pasado viernes, en el acto central que el PP celebró en el Salón del Tinell, donde los socios del tripartito sellaron en diciembre de 2003 su programa de gobierno en el que pactaron evitar cualquier tipo de acuerdo con los populares. Ante un Tinell repleto de militantes del PP, Rajoy reivindicó una "democracia, limpia, real y sin exclusiones" y, con la mirada puesta en las generales, se comprometió a "gobernar para todos", mientras que Piqué acusó a CiU de "sumarse al Pacto del Tinell", al garantizar, con su visita al notario, que no pactará con los populares, y "excluir a cientos de miles de catalanes".

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