(Libertad Digital) Cuatro años después, el 23 de enero de 1995, en el bar La Cepa de la Parte Vieja de San Sebastián, ETA asesinó a Gregorio mientras compartía mesa con la ahora candidata a lehendakari. Con este trágico comienzo, María San Gil entró de lleno en la política del PP, que en el País Vasco no es sino la defensa de la libertad.
Presidenta del partido en Guipúzcoa, vicesecretaria general, concejala y portavoz del PP en el Ayuntamiento de San Sebastián, San Gil reaccionó al asesinato del primer concejal de su partido dedicando todo su empeño a la candidatura que dejó huérfana Goyo Ordóñez y que, encabezada por Jaime Mayor Oreja, consiguió para San Sebastián siete ediles en los comicios municipales del 28 de mayo de 1995.
Desde entonces, su dedicación a la política municipal ha sido indiscutible. Pero en el País Vasco, defender una concejalía es algo más que discutir presupuestos. María San Gil ha sido el azote de lo que hasta hace poco tiempo se mal llamaba entorno etarra. Su lucha por defender la libertad y por impedir que ETA se hiciera con los Plenos ha sido, en demasiadas ocasiones, solitaria. La razón, Odón Elorza y su permisividad con los ediles de Batasuna que aprovechaban cualquier debilidad del alcalde para atacarla frontal e impunemente.
Por todo ello, no cabe duda de que la proyección de San Gil era nacional. Sus reproches y denuncias a la imposición nacionalista han atravesado en muchas ocasiones las paredes del Ayuntamiento llegando hasta el Palacio de Ajuria Enea y el Parlamento de Vitoria. La fuerte personalidad de San Gil ha arrastrado a personas como Mikel Azurmendi que en las pasadas elecciones municipales del 25 de mayo eligió la candidatura del PP para luchar contra la hegemonía nacionalista. Azurmendi lo dejó bien claro al reconocer que podría haber figurado en cualquier lista del PSE en la que no figurara Odón Elorza. Pero como alternativa, prefirió sumarse a María San Gil. Desde el PSE le lanzaron todo tipo de descalificaciones aprovechado el acoso que por aquellas fechas sufría el PP con motivo de la guerra de Irak.
Azurmendi no fue el único. Una semana antes de las citadas elecciones municipales, un grupo de personas independientes, y de sensibilidades políticas diversas, firmaron un manifiesto de apoyo a María San Gil. Todos ellos coincidieron en que Odón Elorza no garantizaba la defensa de los valores de la Constitución y el Estatuto y que María San Gil era “la única candidata con un compromiso serio, creíble, profundo y contrastado” para hacer que “los votos constitucionalistas y estatutarios construyan un País Vasco integrado por ciudadanos libres, diversos e iguales ante la ley y las instituciones”. La casa de cultura Ernest Lluch de la capital guipuzcoana fue el lugar elegido para hacer público este manifiesto. Entre los firmantes había socialistas y sindicalistas de UGT y CCOO.