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José María Aznar “estamos en tiempos de cesión permanente y rendición preventiva”.

José María Aznar ha publicado el segundo libro dedicado a su paso por la política. Si en el primero hace una exposición de sus ocho años de gobierno, en el segundo, “José María Aznar. Retratos y Perfiles” dedica cada capítulo a un personaje destacado y que ha tenido influencia en su carrera, o a una fecha destacada. Aznar dice que “estamos en tiempos de cesión permanente y rendición preventiva”, revela que Castro le reconoció que “necesita del embargo” o que la decisión de reunirse con Bush y Blair en las Azores fue a propuesta suya. Dedica un capítulo a los atentados del 11M.

Los primeros capítulos del libro están dedicados a tres personas de su familia. De su abuelo recuerda que durante la guerra estuvo en una checa en Madrid, de la que fue liberado gracias a la intervención de un comando de la FAI, y más tarde estuvo a punto de ser fusilado en una cárcel del bando nacional. De este modo fue condenado a muerte en los dos bandos, pero logró salir con vida. De su padre, Manuel Aznar, destaca su papel modernizador de la radio privada, en la SER, y de la pública. En el capítulo dedicado a Ana Botella destaca su apoyo a la decisión de Aznar de entrar en política, y a toda su trayectoria desde entonces.
 
José María Aznar escribe sobre varios líderes políticos españoles, pero no dedica ningún capítulo a un dirigente del PSOE, auque hay referencias puntuales sobre Felipe González o José Luis Rodríguez Zapatero, entre otros. Sobre el último, califica su política exterior diciendo “estamos en tiempos de cesión permanente y rendición preventiva” (p. 294). También afirma que “nosotros colocamos a España entre los Estados Unidos y Gran Bretaña, y quienes han venido después la han colocado entre Castro y Chávez” (p. 272).
 
Estas palabras están incluidas en el capítulo sobre la cumbre de las Azores, en la que revela su negativa a celebrarla en las Islas Bermudas, como había propuesto la Administración estadounidense. “Las islas Azores” dice, “representan la tradición y la vocación atlántica no sólo de España, sino también de Portugal”. A juicio del ex Presidente, la participación de nuestro país en esa cumbre “bastó para cambiar la posición de España en el mundo”.
 
Los teléfonos no suenan
 
El ex Presidente cuenta en el capítulo dedicado a George W. Bush que “a lo largo de 2003 hablamos con tanta frecuencia que acabamos instalando un teléfono especial en La Moncloa, sólo para hablar con la Casa Blanca. Ahora, como no suenan los teléfonos, probablemente lo hayan retirado”. También revela que “cuando me recibió en la Casa Blanca en noviembre de 2004, paradas las elecciones, me saludó diciendo que la victoria había sido un triunfo de los dos, suyo y mío. También dedica un capítulo a su antecesor en el cargo, Bill Clinton, así como a los Primeros Ministros británicos Tony Blair y Margaret Thatcher. En el capítulo de la premiere británica declara que “prefiero una persona firme, aunque sea algo terca, que a un débil sin consistencia”.
 
De su propio partido los únicos políticos que tienen un capítulo dedicado son Manuel Fraga y dos víctimas del terrorismo: Gregorio Ordóñez y Miguel Ángel Blanco. Sobre Fraga destaca su labor de construcción de su partido, aunque le reprocha la idea de “una mayoría natural”, que considera un error. En la página 306 reconoce que “pensar en las personas que han muerto o que han sufrido porque los terroristas quisieron impedir nuestro proyecto político ha sido y sigue siendo, día tras día, el trance más amargo de mi vida”.
 
Aznar muestra su extrañeza porque Jordi Pujol se negara a formar parte del gobierno cuando éste se lo ofreció, en la primera legislatura. “Limitarse a querer ocupar sólo el cargo de Presidente de la Generalidad y renunciar a asumir una responsabilidad en la política española supone apartar de buenas a primeras las amplísimas posibilidades que ofrece la política de ámbito nacional español” y “no puedo por menos de referirme a la autolimitación que supone” (p. 68). Más adelante considera que “es irremediable que llegue un momento en que haya que elegir entre esta política de compromiso, que lleva a la integración, y otra que deriva hacia el nacionalismo radical, que conduce al separatismo” y “en una ocasión le dije que era un error que iniciase una carrera con los más radicales, porque en esas carreras siempre ganan estos últimos” (p. 73).
 
En su amplio repaso por los líderes mundiales, José María Aznar cuenta una conversación con el dictador de Cuba, Fidel Castro, con las palabras “si estuviera en mis manos, le dije, levantaba el embargo contra Cuba mañana mismo o al cabo de muy poco, y acababa con el régimen en tres meses. Castro me contestó, literalmente, que él ‘necesitaba el embargo para esta generación y la siguiente’. Estas fueron sus palabras” (p. 260). Cuando se reunió por primera vez con Mamad Jatamí, le preguntó cuándo podría tomarse una cerveza en un bar de Teherán, y le dio su opinión de que el proyecto de Jatamí de una democracia islámica es “un experimento condenado a fracasar”.
 
11M
 
Dos de los capítulos del libro están dedicados a dos días cruciales en su carrera y en su vida. La primera fecha es el 19 de abril de 1995, cuando sufrió un atentado por parte de la banda terrorista ETA. Escuchó la deflagración “como si el mundo se hubiera reventado”, y tras comprobar que el chófer y él mismo se encontraban bien, se dirigió a la clínica Belén. Se queja de la poca atención que le prestó entonces el gobierno socialista y la negativa previa del ministro de Interior y Justicia de aumentar la seguridad ofrecida a los líderes del PP, pese a que éstos le habían advertido de que tenían informaciones que apuntaban de un próximo atentado de ETA. También revela que “Al día siguiente, cuando salí de casa para el despacho, el Ministerio del Interior nos había asignado de escolta un coche especial, rodeado de motoristas. Todo eso desapareció inmediatamente después”.
 
En el capítulo dedicado al fatídico día del 11 de marzo, José María Aznar hace un repaso de los acontecimientos que siguieron a los atentados, recalcando que ninguno de los servicios de inteligencia extranjeros o de los dirigentes de otros países con los que habló le indicó una posible autoría distinta a la de ETA. También cuenta que a las 21:30 Rodríguez Zapatero llamó a Pedro J. Ramírez diciendo que había dos terroristas suicidas. Media hora después la cadena SER informaba de la existencia de un terrorista suicida, lo que fue luego desmentido. Aznar utiliza la palabra “mentir” cuando se refiere a la información de la misma cadena según la cual contaban con una traducción de la cinta que reclamaba la autoría en nombre de Al Qaeda por la mañana, atendiendo al hecho de que “según la policía el vídeo fue grabado a las 17:00 horas del sábado”.
 
En clara referencia a José Luis Rodríguez Zapatero, que no acudió a una cita internacional al día siguiente de comparecer en la Comisión del 11M, José María Aznar cuenta que “cuando terminó la comparecencia (en la citada comisión) me fui a casa y a la mañana siguiente me levanté a las seis de la mañana para tomar un avión a la República Checa, donde debía dar una conferencia. Comparecer ante  el Parlamento siempre es un honor, y hacerlo durante tantas horas no es tan cansado, ni le debe impedir a nadie cumplir con sus responsabilidades”.

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