HECHOS Y VIDEOJUEGOS, por Víctor Gago
En el mitin de Vistalegre, muy cerca de donde Enrique Tierno dio sus primeros discursos durante la Transición, Rodríguez Zapatero ha rescatado la palabra "España".
"Sí, estoy muy optimista sobre el futuro de España", ha proclamado, marcando el tono de un discurso en el que ha llamado a los suyos a "comprometerse con España".
Una palabra casi en desuso en su Gobierno y maldita para el PSOE, según donde se pronuncie. De repente, Zapatero la ha programado para pasearla por su mundo paralelo de poder absoluto. En él, nadie duda de que el PSOE es el partido que "mejor une España, respetando la diversidad de los pueblos, las tierras y las identidades".
Tampoco se cuestiona el "orgullo de país" de un presidente que, en otro de sus mundos a la carta, rehuía identificarse con la idea de España y prefería programarse a sí mismo como un "patriota de la democracia".
Cualquier realidad puede construirse, sin necesidad de pasado, sin garantía alguna de seguir ahí mañana. Lo que al avatar le pete.
Aumentar la renta per capita, en contra de los indicadores que dicen que se ha estancado, es posible cuando se dispone de una sastrería virtual.
Afirmar que el suelo en España está liberalizado, que ésa es la causa de la corrupción urbanística, y que, por lo tanto, lo que hay que hacer es darle más poder a los políticos, es no sólo posible, sino el único lenguaje de programación que entiende el servidor de conocimientos [educación, prensa, intelectuales, cultura popular...] al que la izquierda le gusta tanto resetear cuando se cuelga igual que un viejo PC de sobremesa.
Sostener que "la derecha sólo tiene una convicción, el poder", es una vía socorrida para exorcizar propios complejos en el ingenio de una realidad siempre instantánea.
Lo distintivo de la mentira política en la época de los aceleradores de gráficos y la animación por ordenador es que ya no depende de una mínima base de hechos para sostenerse.
El poder –particularmente el poder de la izquierda– ha perfeccionado la técnica ancestral de programar la realidad, hasta volverla artificial y autosuficiente, sin necesidad alguna de apoyarse en la experiencia.
En este sentido, el PSOE es una máquina casi perfecta de atornillar realidades. Da igual quién esté al mando. El patán se llenará de carisma, el malvado refulgirá de nobleza.
"A cada insulto que recibamos, les responderemos con una propuesta. A cada descalificación, una idea. Acada exageración, una sonrisa", anunció Rodríguez Zapatero, el mismo día en que se ha conocido el nuevo Manual de Campaña del PSOE, donde se incita a los candidatos a remachar la consigna de que el PP es de extrema derecha. En realidad, lo nuevo en tecnología de la mentira es tan viejo como Hamlet: "Uno puede sonreir y sonreir, y seguir siendo un canalla".
Información, ¿quién la necesita? Da igual la barbaridad que haya que oponer a los hechos; siempre estará mejor plantada en la corriente de conocimientos que encauzan la Opinión. Los hechos no tendrán más remedio que dar un rodeo, mientras la información quedará embalsada por el nuevo dique de la realidad paralela. Hechos, ¿quién los necesita, existiendo los videojuegos?
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