La presa que fabricaron para ocultar información y enterrar el caso del 11-M, tiene una nueva brecha. Pequeña, pero supone una nueva fisura en la barrera que parecía impenetrable.
Esperemos que sea suficiente para que de una vez por todas reviente ese muro de silencio y ocultaciones, y podamos saber hasta la última coma de lo que ocurrió.
Y de paso, que la riada que se genere, se lleve todo el detritus con que nos han cubierto todo este tiempo. Para que la democracia deje de ser un simple simulacro de lo que debería ser. Paciencia.
Con 192 cadáveres, toneladas de vagones convertidos en chatarra y decenas de kilos de ropa, no lograron conocer el explosivo, después de analizar positivamente centenares de atentados. Hay que ser inútiles o podridos.
Deseo mucha salud a todos los implicados en esta conjura, para que antes de irse a peor vida pasen la vejez entre rejas.