En un artículo titulado "Pasión por defender", Gómez de Liaño recuerda al juez Antonio Pedreira, que avaló las intervenciones de las conversaciones en prisión entre los abogados y los acusados del caso Gürtel decretadas "por su compañero, el señor Garzón", que "con no pocos respetos, se equivoca". "El día que los abogados sean reducidos, a fuerza de trabas, recelos e imputaciones, a una tropa servil de leguleyos, el nombre de la abogacía seguirá en los textos legales, pero su espíritu se habrá esfumado para siempre".
Liaño recomienda a Pedreira que se ha la pregunta "¿quis custodiet pisos custodes?" -¿quién vigila al vigilante?-. "Y es que, con razón, la historia ha sido despiadada con quines, desde el secreto y la oscuridad, de las trasgresión hicieron conveniencia".
También se dirige al decano del Colegio de Abogados de Madrid "por su parsimonia en el amparo de nuestros colegas". "Yo no llevo mucho en este oficio, pero si algo he aprendido de él es que si bien la abogacía es una profesión de solitarios, la defensa del derecho de defensa, cuando se ejerce con nobleza, es tarea que todos hemos de asumir".