(Libertad Digital) Menos de media hora duró la comparecencia de los tres etarras que declararon como testigos. El primero en testificar fue Gorka Vidal, detenido cuando trataba de introducir en Madrid 500 kilos de explosivos en la denominada "caravana de la muerte". El viaje a la capital se produjo en paralelo al que realizaron supuestamente los autores del 11-M procedentes de Asturias.
Su actitud displicente marcó el breve interrogatorio. Comenzó, entre risas, respondiendo a todas las preguntas con un seco "no" o "no me acuerdo". Esto provocó que, por dos veces, el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, le tuviera que llamar la atención. Pese a la reprobación, su actitud no fue mucho más diferente después. Sólo prestó cierta atención cuando le preguntaron si conocía a Jamal Ahmidan, "El Chino". En este caso sí que respondió que no le conocía. También, que no tenía nada que ver con los islamistas.
Como siguió respondiendo entre risas, Gómez Bermúdez tuvo que volver a llamarle la atención y le recordó que tiene que contestar "con cierto decoro aunque le haga mucha gracia". El presidente del tribunal cortó en este punto la polémica que quiso abrir el testigo al decir que "no tendría ni que estar aquí".
La misma escenificación hizo el segundo etarra que declaró como testigo, Irkus Vadillo. También en este caso se repitió la reprimenda de Gómez Bermúdez. Los dos terroristas fueron señalados por Suárez Trashorras cuando declaró por primera vez ante la Policía, en marzo de 2004. El ex minero y confidente ya dijo entonces que "El Chino" le había contado que los etarras detenidos en Cañaveras con 500 kilos de explosivos eran amigos suyos. Esto mismo repitió ante el tribunal durante su comparecencia como imputado y lo ratificó uno de los policías que le tomó declaración en Asturias.
Añadió después que "para nada" tiene conocimientos de árabe y que no tuvo relación, que "él sepa", con islamistas en prisión. Tampoco hay relación, según Parot, entre los islamistas y ETA.