(Libertad Digital) “Un golpe del presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, a las expectativas de un proceso de paz para Euskal Herria”. Así comienza interpretando el editorial de Gara el encarcelamiento de Otegi.
“En los últimos meses –sostiene el diario– parecían haberse establecido una serie de normas implícitas, probablemente ni acordadas ni pactadas entre las partes, que determinaban dentro de qué parámetros podía moverse cada cual sin poner en peligro la posibilidad de que en un futuro no muy lejano fuera posible una reconducción dialogada del conflicto”. Como ya hiciera en otro editorial y declarara el batasuna Pernando Barrena, las detenciones de etarras no han sido bien vistas, sin embargo, prosigue, “no hicieron que la izquierda abertzale desistiera de su intención de llevar el enfrentamiento de las calles a la mesa de negociación”.
Como contrapartida, es decir como parte de la negociación aportada por la banda, Gara asume que “la actividad armada de ETA se ha mantenido en unos niveles incluso en el caso de ayer en Madrid que el propio Gobierno español admitía que no ponía en peligro las esperanzas”. No se escuchó, al menos públicamente, a ningún representante del Gobierno decir tal barbaridad. No hubiera pasado inadvertida. Pero, al decir de Gara, esa habría sido su interpretación.
Descrita la situación previa al ingreso en prisión de Arnaldo Otegi, el diario que, en ocasiones avisa de las bombas, pasa a analizar el escenario venidero: “La decisión adoptada por la Audiencia Nacional, encarcelando a quien evidentemente estaba siendo uno de los principales interlocutores políticos para la búsqueda de una salida razonable a décadas de enfrentamiento armado, supone una quiebra absoluta en la cadena de confianzas y complicidades que debe acompañar a cualquier proceso de paz”.
Después de decir que esto no hubiera extrañado estando Aznar o Rajoy en el Gobierno, el editorialista culpa a José Luis Rodríguez Zapatero de “tensar la cuerda” porque la Fiscalía de la Audiencia depende de la General y éste –Conde Pumpido– es nombrado “directamente por Rodríguez Zapatero”, lo que, a ojos de Gara “lleva a señalar directamente a La Moncloa como responsable de tan peligrosa decisión”.