L D (Agencias) Las nuevas misivas han abandonado el lenguaje "amable" que la banda terrorista utilizaba durante el periodo de alto el fuego, incluso después del atentado de Barajas, endureciendo el tono de sus exigencias, según informaron a Europa Press fuentes de la lucha antiterrorista. Este cambio en la redacción de las misivas coincide con la ruptura del alto el fuego formal hecha pública el pasado 5 de junio.
El fin de la negociación ha obligado a la banda a cambiar frases como las que hacían referencia durante la tregua al "momento de cambio político que vive Euskal Herria". Las fuentes consultadas auguran un endurecimiento aún mayor en el tono y las amenazas en los próximos meses. Ahora, las cartas vuelven a apelar a la aportación que el empresario debe hacer para "la construcción de Euskal Herria", mientras que en los modelos de cartas recibidos durante la tregua, los terroristas llegaban a dar las gracias "de antemano" y se despedían con "un respetuoso y cálido saludo revolucionario".
Esta nueva oleada de cartas varía en las exigencias económicas que requieren. Fuentes consultadas por Europa Press cifran en hasta 180.000 euros las cantidades exigidas en algunas de estas cartas.
Hay algunas de estas misivas recibidas en el País Vasco que corresponden al primer envío, otras son la segunda carta que recibe el empresario y algunas de ellas consisten en las terceras enviadas a una misma persona por la organización terrorista ETA, según las fuentes consultadas. En la remesa de junio se han detectado cartas dirigidas a familiares de empresarios, como ya ha hecho ETA en otras ocasiones para atemorizarlos y obligarles al pago.
La banda terrorista utiliza el censo, el registro mercantil y el padrón para obtener los datos. De esta forma, los terroristas cruzan la información del censo electoral con los del registro mercantil y los que obran en el padrón municipal para recabar las direcciones a las que luego envían las cartas del "impuesto". De esta forma obtienen miles de direcciones a las que hacen envíos masivos. Estas cartas, en muchas ocasiones van dirigidas al empresario a la sede social de su empresa y también a su casa. Así consiguen dar la impresión, a muchos de los que las reciben, de que pueden estar controlados por la organización terrorista y les hacen levantar la sospecha, incluso, de que puede ser alguien cercano quien filtra los datos.