Rajoy se instala en la euforia y no teme ni a Rubalcaba como rival
Concluye la convención nacional del PP con un Rajoy 'presidente' y un discurso con muchísimas lecturas, internas y de futuro.
Mariano Rajoy camina con paso firme hacia el palacio de La Moncloa. Con todas las encuestas augurando un resultado jamás cosechado por el Partido Popular, la única duda que le queda es contra quién se retará en el cara a cara que representa las urnas. Él quiere que sea José Luis Rodríguez Zapatero pero ahora cree que, a tenor de los últimos movimientos, será Alfredo Pérez Rubalcaba.
Este “convencimiento”, pues ése fue el término utilizado por Rajoy, no lo tenía hace escasos meses, cuando en otra conversación informal con periodistas decía del vicepresidente que tenía un pasado demasiado “oscuro” para ser cabeza de cartel. Entonces, el nombre que dio fue el de Guillermo Fernández Vara, al que su entorno unieron dos más: Carmen Chacón y José Blanco.
Teniendo en cuenta que al líder de la oposición se le presupone información privilegiada aún si proviene de las filas socialistas, la rotundidad de sus palabras se deben tener en cuenta, según apuntan quienes le conocen. Rajoy sólo puso un pero a su diagnóstico; que el propio Rubalcaba diga que “no” ante la discusión interna y el panorama negro que le deja Zapatero.
Lo que está claro es que el melón de la sucesión en el PSOE está abierto, y el presidente del PP observa, con la comodidad que supone la foto de la unidad vivida en la convención nacional, como el barco socialista se hunde.
Mensaje interno de calado
Triunfalista, Rajoy tocó, en la clausura del evento, todos aquellos ámbitos en los que trabajar una vez tome las riendas del poder, si bien su primer mensaje fue destinado al PP surgido del congreso de Valencia, aquél que ha estado con él, a las duras y a las maduras, en esta complicada legislatura.
“Es un privilegio presidir este partido. Sé que estoy aquí porque vosotros habéis querido y además porque me habéis ayudado siempre. No ha sido fácil. Lo sé, lo tengo y lo tendré siempre presente”, proclamó ante todo el aparato que engrasa el PP, destacando la plana mayor y los barones regionales, a excepción de Esperanza Aguirre. “Gracias a todos. Os aseguro que estaré a la altura, os lo aseguro”.
Citó a Ana Mato y a Baudilio Tomé por la organización del cónclave, pero su reconocimiento más sentido fue hacia Javier Arenas y María Dolores de Cospedal; quienes desde su segunda derrota electoral han pilotado los devenires del partido, siempre bajo su batuta. Son, a ojos de quienes conocen Génova, los más poderosos del PP.
"España tiene sed de urnas"
Lanzando el mensaje en clave interna, se centró en los ciudadanos: “España tiene sed de urnas, tiene prisa por apuntalar su esperanza, por dotarla de un contenido fiable”. Ansias de abrir “una nueva etapa” en la que se pongan fin a “las palabras floridas” y a “los anuncios que no se cumplen”.
En conclusión, “España quiere dejar atrás la división, la fractura social, el debilitamiento de la Nación y el deterioro de valores básicos en nuestra sociedad”. Y para hacerlo, según Rajoy, “hoy los españoles miran al Partido Popular” y lo hacen “con firmeza, apremio y con exigencia”.
“Saben que somos la alternativa, que somos quienes podemos hacer que las cosas cambien. Lo hacen con confianza creciente. Pero la confianza no se regala, se merece”, recalcó, recibiendo la ovación cerrada de los cientos de militantes y simpatizantes que durante estos tres días de convención han arropado a los suyos.
Un proyecto nacional
Un “nuevo tiempo político” que, advirtió Rajoy, no será fácil ya que el objetivo es, ni más ni menos, que “reconstruir la confianza de los españoles y encabezar un proyecto de recuperación nacional”.
Una intención que tiene una primera finalidad: “Que España vuelva a crecer y a crear empleo” por lo que “todo cuanto se haga, se diga, se decida o se financie debe contribuir a sembrar puestos de trabajo”.
“Pueden tener la seguridad de que no les vamos a estrujar como a un limón, ni les vamos a cambiar las reglas de juego cada trimestre, ni tendrán que lidiar con 17 mercados distintos, ni les vamos a imponer unas relaciones laborales de hace décadas”, continuó Rajoy, que protagonizó un discurso “a la altura de las circunstancias, según su entorno, y “muy en la línea” del entonado por José María Aznar en la apertura.
Ni una vez citó en su locución a Rodríguez Zapatero, y es que “hoy hay que estar por encima de alguien que sólo ha hecho el mal para España”, dijo un miembro de la plana mayor. “Basta ya de improvisaciones. Hacen falta otras políticas. Es el momento de poner el país a punto para los próximos treinta años” y para ello, no se cansó de repetir Rajoy, hace falta ya “un gran proyecto nacional”.
La familia
La economía, y como salir del atolladero, centraron su intervención, pero Rajoy también tocó un palo que había olvidado desde hacía tiempo; el de las políticas sociales. El líder del PP también entró al trapo en esta materia: “Quiero una España que rescate el valor de la familia para devolverle la importancia que le otorga la Constitución”.
Punto éste en el que incluyó una promesa a recordarle: “Os aseguro que la familia en España no tendrá menos importancia ni menos atenciones de las que recibe en otros países de nuestro en torno”. Y es que, aseveró, “la Nación no es una simple suma de individuos aislados. Todos formamos parte de una red familiar”.
Un marco en el que la educación es la clave del éxito: “No importa de dónde hayas salido, no importa ni tu nombre ni tu origen. Importa tu talento, tu esfuerzo, tu afán de mejor”, por lo que Rajoy prometió que, cuando marque los pasos del país, “no se despreciará el mérito ni se condenará el esfuerzo ni se olvidarán principios educativos elementales como el respeto al profesor y a las reglas que rigen la convivencia”.
Estado de las autonomías
No le citó, pero su firmeza a la hora de hablar del estado autonómico fue dedicado a Aznar: “Queremos unas autonomías austeras, fuertes y eficaces, comprometidas con el interés general”, apuntó, calcando las palabras del ex presidente.
“Queremos unas autonomías que sigan contribuyendo a la modernidad del país, capaces de cooperar para afrontar la crisis y hacer efectiva la igualdad, la solidaridad entre los españoles. Unas autonomías para dar un mayor impulso a la nación”, sentenció.
Firmeza contra ETA
Un país que sufre todavía la lacra del terrorismo. Tal día como hoy, en 1995, Gregorio Ordóñez fue asesinado por los pistoleros de ETA, y el PP se ha puesto en pie para recordar su figura. “Aquí no caben atajos ni componendas ni concesiones: los terroristas no pueden participar en la vida y en las instituciones democráticas”, sentenció Rajoy, con Mayor Oreja y Antonio Basagoiti prestándole gran atención.
La foto de 1996
Recordó Rajoy todo lo conseguido con los gobiernos de Aznar, cómo España pasó de la oscuridad a la luz, y aclaró que no ofrece “la ilusión de que las cosas se arreglan solas” sino “la convicción fundada” de que se pueden arreglar.
Una “gran tarea” que, asegura el jefe de la oposición, el PP puede liderar: “Si es para trabajar por la concordia, por el bienestar, todo el mundo será bienvenido. Cuando se trata de España, no hay bandos”, sentenció, dejando clara esa máxima de que en su formación caben todos ya que “la abnegación, el patriotismo y la buena voluntad no son de ningún partido”. Lo importante ahora es España.
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