(Libertad Digital) El contexto en el que suceden los hechos es la llegada de Esperanza Aguirre al Ministerio de Cultura tras la primera victoria electoral de José María Aznar. Elena Salgado acababa de dejar de ser la secretaria de Estado de Comunicaciones a las órdenes de Josep Borrell. Desempeñó el cargo desde 1991 a 1996, antenicidio incluido. Es decir, venía de tratar al Grupo Prisa de tal manera que los de Polanco le debieran un enorme favor. Pocos meses antes de los comicios del cambio, la Comunidad de Madrid de Alberto Ruiz Gallardón y el Ministerio de Cultura de Carmen Alborch habían firmado la creación de La Fundación Teatro Lírico que englobaba la gestión del Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela. Al frente, Elena Salgado. Pese a que Esperanza Aguirre no tenía especial interés en deshacerse de la socialista, el nuevo secretario de Estado Miguel Ángel Cortés propone a la ministra el cese de Salgado y, de hecho, la desaparición del cargo. Y así fue. El libro escrito por Virginia Drake Esperanza Aguirre, la presidenta, editado por La Esfera de los libros narra más detalles sobre este episodio. La venganza comenzó a urdirse el 18 de junio de 1996 con un tarjetón manuscrito que Elena Salgado envió a Juan Luis Cebrián, consejero delegado del Grupo Prisa. Escrita de su puño y letra, la nota dice que le adjunta "un borrador de editorial" y que confía en que lo retoquen en Gran Vía, 32: "Seguro que vosotros los mejoráis y que veré pronto publicado algo estupendo". (Pinche en los documentos para ampliar). Nota de Salgado Borrador de editorial Apenas tres semanas después, el 7 de julio, en El País reeditan el texto de Salgado –juzgue el lector si lo mejoraron como pidió la socialista– y lo convierten en un editorial que, jugando con las siglas del partido en el Gobierno, llevó por título "Purga popular". La alusión al liberalismo hizo mella en Gran Vía, 32. (Pinche en los documentos para ampliar). Editorial de El País Bien es verdad que las relaciones entre Prisa y el PSOE no son lo que eran desde la muerte de Jesús Polanco y la irrupción de Mediapro como aliado preferente de José Luis Rodríguez Zapatero.