(Libertad Digital) 9 de la mañana del domingo 9 de marzo de 2008. Colegio Electoral Paradai, en Lugo. José Blanco, número dos del PSOE y candidato por esta provincia gallega, ejerce de ciudadano madrugador. Es un momento importante en la vida de todo demócrata que se precie. Un momento para rememorar alrededor del fuego, con los nietos sentados a los pies de la mecedora: "Yo estuve allí. Contribuí al segundo triunfo electoral consecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero".
Un momento propicio, con todo a favor: dos urnas, una de color blanco para el Congreso y otra de color salmón, para el Senado; dos sobres, uno blanco para el Congreso y otro salmón, para el Senado; dos tipos de papeletas, una blanca para el Congreso y otra salmón para el Senado. La clase de cosas que le encantaba explicar a Coco en Barrio Sésamo. Blanco por aquí, salmón por allá. Papeleta para adentro, papeleta para afuera.
Sí, todo estaba a favor para el gran día de un gran demócrata. Todo era propicio. José Blanco tiene en la foto de El País cara de haber dormido bien. Se acicaló con esmero, quizá estrenó ropa interior para señalar jornada tan solemne. Es seguro que tenía su voto decidido desde años antes y, probablemente, preparó los sobres con pulcritud y los dejó bajo el llavero la noche anterior.
Todo iba a funcionar, todo marchaba sin pliegues ni sobresaltos ni instrucciones complicadas. Era la fiesta de la democracia, el día de José Blanco, número dos del PSOE. Hasta que llegó el momento de la verdad. Solo frente a la urna, José Blanco no podía equivocarse y, sin embargo, se equivocó.
De hecho, habría votado nulo de no ser porque, en el último instante, justo antes de meter la papeleta blanca en la urna salmón, la mano del presidente de Mesa acudió en su ayuda para indicarle cómo votar correctamente.
La noticia la vio, antes que nadie, el blogger Hurssel en su impagable sitio Una palabra tuya