(Libertad Digital) No es que sea un texto demoledor pero seguro que ha llegado copia al Palacio de La Moncloa. Bajo el título “El silencio de Zapatero”, el editorialista de El País repasa la actitud del presidente del Gobierno respecto a las reformas de los estatutos que se vienen encima. Y comienza diciendo que “el debate se ha iniciado sin las rupturas dramáticas pronosticadas por algunos, aunque con tensiones que parecen afectar más al propio PSOE que a la sociedad”. Está claro que el diario no entra ni mucho menos a criticar la política del Gobierno sino la falta de autoridad de Zapatero para que se lleve a cabo sin discusiones.
El editorial describe desde su prisma cómo afecta la situación a los nacionalistas y al PP. Sobre éste dice que “ha oscilado entre la aparente receptividad de dirigentes como Piqué y la descalificación sumarísima”. En cuanto a los “nacionalistas periféricos” apunta que “están donde se les supone: unos atascados en el plan Ibarretxe; otros tratando de poner el listón muy alto para poder decir, pase lo que pase, que queda mucho por recorrer”. Y se acerca la idea central: ¿qué ocurre en el PSOE?. El editorialista de El País dice que es ahí donde “el debate se manifiesta con más viveza”. Alertando a ZP de lo que le espera si consiente tantas voces internas, añade que “al incesante protagonismo estival de Pasqual Maragall le han seguido las puntualizaciones de varios ministros y finalmente algunas destempladas reacciones de otros barones, con Rodríguez Ibarra a la cabeza”. Los ministros son, sobre todo, Montilla; los otros barones, Bono y Vázquez. Dicho esto, El País recuerda lo normal que resulta que “el PP aproveche para decir que el PSOE es un gallinero, que Zapatero no tiene proyecto y que es un rehén de los nacionalismos periféricos”.
Con este panorama expuesto por el diario de Polanco al presidente del Gobierno, llega la llamada de atención: “lo que sí sorprende es el silencio de Zapatero”. Y tras ella, una comparación con “el gran timonel Mao, que dejó que mil flores crecieran para decir después las que había que cortar”. Así que, el editorial le recuerda que él es “el presidente del Gobierno (...) y la responsabilidad es grande”. En las últimas líneas, el texto vuelve sobre las primeras advertencias hacia “algunas de las intervenciones que salen de sus propias filas” que “rebasan el marco” de lo que Zapatero había marcado como criterios para abordar la reforma de los estatutos de autonomía. “Su silencio –concluye el editorial– puede generar la confusión de que quien calla otorga” por lo que, añade como receta, “ha llegado el momento de pasar del talante a la concreción” para no encontrarse de pronto con que “el listón está ya a una altura imposible”.