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‘El País’ justifica el chivatazo: "Fue un aplazamiento, no la suspensión de las detenciones"

El que fuera diario independiente de la mañana está acongojado, quizá por sus revelaciones de este martes, y teme las consecuencias penales del Faisán.

Tras sus revelaciones del martes, que parece que no cumplieron su función de echar un cable al Gobierno sino más bien lo contrario, El País evacua este miércoles un editorial preventivo en el que nos avisan de que no debemos dar consideración de delitos... a los delitos cometidos por el Ejecutivo, presuntamente, en la negociación con ETA.

Los editorialistas del rotativo de Prisa empiezan con una breve pero contundente lección ética: "Si el proceso de paz intentado por el Gobierno en 2006 hubiera tenido éxito, es más que probable que nadie hubiera pedido explicaciones sobre aspectos poco claros del mismo", es decir, que el fin justifica los medios siempre que se logren los objetivos, algo muy democrático.

También resulta llamativo el tratamiento que les da a los interlocutores del Gobierno en la negociación, que pasan de ser "personas particulares" en el segundo párrafo a tener la presunta culpa en el último: "Los errores en la negociación no convierten en delincuentes a los interlocutores enviados por el Gobierno". Eso sí que es matar, o en este caso emplumar muy poco sutilmente, al mensajero.

Pero lo más sorprendente es el tratamiento que da al propio chivatazo del Faisán: por supuesto no es delito de colaboración con banda armada, "una desmesura sin sentido", es decir, que ya es cuestión de medida y será, quizá, por milímetros... Además "tuvo como motivación ayudar, o no entorpecer, la negociación", así que el contexto "ayuda a entender las causas" de ese "error".

Y lo mejor: El País tiene la desvergüenza de decir que el chivatazo del Faisán no tuvo por fin evitar que se detuviese a varios miembros clave de una banda asesina, sino retrasarlo un poco: "Lo que se produjo fue el aplazamiento, no la suspensión de las detenciones previstas".

Para terminar, el periódico de Prisa defiende que los jueces no deben convertir "en materia penal los errores políticos que pudieron cometer personas [nada que ver con el Gobierno] que intentaban lo mismo que Aznar [es decir, que todo lo que haya intentado Aznar previamente exculpa cualquier delito] y con la expresa autorización del Parlamento".

Ahora resulta que el Congreso autorizó, expresamente, a avisar a los etarras de las operaciones policiales.

Aizpeolea, táctica y estrategia

También el firmante de la información sobre las actas de la negociación de este martes, Luis R. Aizpeolea, parece querer justificarse este miércoles con una columna de análisis que nos revela una intuición política de Zapatero y Rubalcaba de maquiavélicas proporciones: no es que se arrodillaran ante los terroristas incluso después de la T4 sino que "agotaron las posibilidades de diálogo para demostrar a las bases de Batasuna que era ETA la intransigente y no el Gobierno". ¿Será posible tan retorcida astucia?

Aizpeolea, además, nos muestra su peculiar idea de cómo se rompe una tregua: a pesar de que el propio concepto de tregua implica y significa la ausencia de atentados ETA no quebró la suya matando a dos personas en la T4, sino "al levantarse de la mesa" en una reunión. Momento en el que "el Gobierno pudo demostrar a las bases abertzales la intransigencia de la banda".

A partir de ese instante y ante tanta "intransigencia" (con lo transigentes y tolerantes que deben ser las llamadas "bases abertzales") se empieza a "agudizar el enfrentamiento [si se agudiza debemos que ya existía] entre Batasuna y ETA". Sí, esa vieja batalla entre irreconciliables enemigos...

Como sorprendente conclusión de todo esto Aizpeolea concluye que "aquella tregua fue un fracaso táctico, pero un acierto estratégico que, hoy por hoy, ha hecho que ETA haya entrado en su etapa terminal". Vamos, que todo estaba previsto desde un principio... o no.

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