(Libertad Digital) El editorial comienza exponiendo que "no podía esperarse otra cosa de un personaje tan turbio como José Amedo, condenado primero a 108 años de cárcel por seis delitos de asesinato frustrado y luego a nueve años por el secuestro de Segundo Marey". Ahora, explica el artículo, "podía suponerse sin un exceso de imaginación que Amedo iba a intentar sacar unos cuartos con el relato de la manida y fabulada historia de la conspiración contra Felipe González, publicado por una editorial marginal".
Responde así a la noticia que este viernes llevaba a su portada El País bajo el titular "La conspiración". El diario de Polanco publicaba extractos del libro que acaba de publicar Amedo. La información destacaba que el ex subcomisario de policía desvela en su escrito "las presuntas presiones que recibió en 1994 del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, del director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, y del entocnes secretario general del Partido Popular, Francisco Álvarez Cascos, con el visto bueno de José María Aznar, para resucitar el caso GAL. Añadía el periódico que Amedo sostiene en su libro que "el objetivo era sacar del poder al PSOE a base de nuevas denuncias ante el magistrado de la Audiencia Nacional".
La contestación de El Mundo hay que buscar en la página 3 de este sábado. En el editorial "El último... cuento chino", replica el diario que "lo que llama la atención es que esta falsa mercancía fuera dada por buena por un diario como El País, que dedicó ayer (por el viernes) su portada y dos páginas a contar las patrañas del antiguo subcomisario".
El fantasma de la conspiración
Pero todo responde a un objetivo, según este editorial: "Las páginas que publicaba ayer El País pretendían inducir al lector a sacar la conclusión de que hubo una conspiración política, periodística y judicial para derribar a González. Los hechos sucedieron de otro modo y el felipismo cayó por la corrupción y sus graves abusos".
Continúa el artículo que "es evidente que el diario gubernamental intenta resucitar ahora ese fantasma de la conspiración no sólo para apaciguar la mala conciencia por su indigno silencio de entonces sino, sobre todo, para extrapolar lo que sucedió en el pasado sobre el presente. Lo que pretende El País, en suma, es presentar al actual Gobierno como víctima de nuevas conspiraciones para evitar que se focalice el análisis sobre los errores que está cometiendo Zapatero. En todo caso, si de lo que se trata es de volver a hablar de los GAL, pocos asuntos pueden ser tan interesantes como seguir averiguando las complicidades que arroparon al señor X en esa trama criminal".