Además de una voladura controlada, Zapatero ha anunciado la tramitación de dos singulares proyectos de ley: el de igualdad de trato y el de la eutanasia, a la que se refieren como "muerte digna". De este modo, en los próximos meses el Congreso y la sociedad española habrán de afrontar dos debates de enorme calado que incluyen el despliegue normativo sobre la práctica religiosa en España y que afectan singularmente a los medios de comunicación. Esas dos cargas de profundidad serán el telón de fondo de una campaña electoral que comenzó ayer y que desde ayer contamina las relaciones del Gobierno con los agentes sociales y con la judicatura, entre otros estamentos y como mero aperitivo.
Si los presidentes de los EEUU que afrontan el último periodo de su mandato en condiciones de franca debilidad son denominados "patos cojos", a Zapatero le cuadra mejor el alias de "faisán cojo". El anuncio de ayer descarta las elecciones anticipadas, pero abre una campaña electoral de un año de duración en la que municipales y autonómicas se convierten en el sondeo previo a las primarias socialistas. En ese contexto de intestabilidad en la política nacional y navajeo general en el partido del Gobierno, se deberá decidir en la Audiencia Nacional el alcance del chivatazo de Estado a ETA y en el Tribunal Constitucional si toda la ETA regresa a los ayuntamientos dado que ANV ya está presente. Sobre el particular, ya matizó Rubalcaba la escala jerárquica de responsabilidades al advertir que no sólo él sino también Zapatero dirige la denominada política antiterrorista.
En cuanto a las afectaciones económicas, el inicio de la cuenta atrás del postzapaterismo pone en cuarentena el supuesto despliegue reformista del Gobierno y diluye cualquier criterio de contención administrativa. La situación de interinidad general y de Estado en funciones abre infinitas posibilidades especulativas con el añadido de un panorama institucional definido por la presencia de ministros en una pelea tumultuosa de pressing catch con posibles espontáneos como en su día lo fue el propio José Luis Rodríguez Zapatero, diputado leonés. La primera reacción de alivio de los barones, que ya tienen el trofeo de la cabeza del presidente para exhibir en los mítines, empieza a trocarse en temor a que el debate sucesorio lo tape todo, desde las cifras del paro a la campaña electoral, soplo. Actas y Sortu incluidos.