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El dueño de la Kangoo tuvo que devolver personalmente a Del Olmo la cinta coránica que le entregaron por error

En la vigésimo sexta sesión del juicio por el 11-M se ha repetido la cascada de testimonios de la jornada anterior. Abrió la vista el dueño de la Kangoo que, según el sumario, usaron los terroristas para desplazarse con los explosivos hasta la estación de tren de Alcalá de Henares. Este testigo reconoció que tuvo que ser él, personalmente, el que devolvió la cinta coránica al juez Del Olmo. Cuando le entregaron el vehículo esta cinta que no era suya estaba entre las pertenencias devueltas. Durante la sesión, el presidente del tribunal llamó la atención al acusado Zouhier por su compartamiento en la cabina de seguridad: "Primer aviso, al siguiente le echo".

En la vigésimo sexta sesión del juicio por el 11-M se ha repetido la cascada de testimonios de la jornada anterior. Abrió la vista el dueño de la Kangoo que, según el sumario, usaron los terroristas para desplazarse con los explosivos hasta la estación de tren de Alcalá de Henares. Este testigo reconoció que tuvo que ser él, personalmente, el que devolvió la cinta coránica al juez Del Olmo. Cuando le entregaron el vehículo esta cinta que no era suya estaba entre las pertenencias devueltas. Durante la sesión, el presidente del tribunal llamó la atención al acusado Zouhier por su compartamiento en la cabina de seguridad: "Primer aviso, al siguiente le echo".
L D (Europa Press) La sesión del juicio del 11-M de la jornada comenzó con la declaración de José Garzón, propietario de la furgoneta Renault Kangoo que fue localizada en las cercanías de la estación de Alcalá de Henares. Cuando el vehículo estaba ya en las dependencias de la Comisaria General de Información, en las instalaciones de Canillas, apareció una bolsa con detonadores y un trozo de cartucho de dinamita Goma 2 Eco. Garzón ratificó este martes ante el tribunal que entre las cintas de música del automóvil localizó, una vez le fue devuelta la furgoneta, una en árabe.
 
"De momento la junté con las otras y luego me di cuenta de que no era mía. No me la reclamaron y al cabo de unos días se la llevé al juez Del Olmo", indicó el testigo. Garzón explicó que en el vehículo había distintos efectos de su propiedad, entre ellos una bolsa de deportes, herramientas, correspondencia... Relató que la furgoneta le fue robada en la noche del 27 al 28 de febrero, cuando se encontraba aparcada frente a su taller, en el barrio de Bellasvistas del distrito madrileño de Cuatro Caminos.
 
Un año antes del robo le desapareció uno de los juegos de llaves de la furgoneta cuando se encontraba descargándola en la puerta de la nave donde tenía su negocio. El testigo dijo que encargó un nuevo juego y especificó que cuando le devolvieron el vehículo solo descubrió que había sido forzada la puerta trasera. Explicó también que la policía le tomó declaración el mismo día 11 de marzo. Los agentes le enseñaron una relación de efectos entre los que reconoció varios de su propiedad como una cinta de la Orquesta Mondragón, varios desaparecidos, como unas guantes amarillos y varios que no eran suyos como un trozo de plástico negro.
 
Contradicciones entre los trabajadores de Mina Conchita
 
Otro de los testimonios de la mañana fue el ofrecido por el minero José Ángel Morán, que ratificó la declaración de otro trabajador de Mina Conchita, Daniel Fernández, sobre la aparición en la explotación de unas etiquetas del centro comercial Carrefour. Fue el lunes "después de los atentados". No obstante, Morán indicó que nunca oyó hablar de que hubieran desaparecido cajas de dinamita de la mina. Esto es lo que declaró poco antes Fernández, que dijo que a principios de 2004 notó la desaparición en la mina de cinco o seis cajas de dinamita, de unos 25 kilos cada una, que habían dejado ocultas tras una chapa metálica.
 
Además, la sala escuchó la declaración de Conrado Pérez , que realizaba labores de vigilante en la mina y es cuñado del acusado Emilio Llano. A preguntas del abogado defensor de Raúl Gonzalez, Endika Zulueta, precisó que en un plazo de tiempo de entre dos y tres años la Guardia Civil únicamente se desplazó a la explotación "en un par de ocasiones". Indicó que Llano era el responsable de las labores de control de explosivo utilizado y que la custodia de las llaves de los minipolvorines, donde se guardaban los detonadores y los explosiones estaba a cargo de ambos.

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