El delegado de la Generalidad en Madrid dice que Maragall no está bien "física ni psicológicamente"
Las críticas le están lloviendo a Maragall desde que admitiera que fue un "error" reformar el Estatuto sin modificar antes la Constitución. Después de esto reconoció que se sintió traicionado por Zapatero cuando pactó con Artus Mas, y a sus espaldas, esa reforma estatutaria. Coincidiendo con estas declaraciones, el PSC filtró que el ex presidente iba a dejar la Presidencia del partido. Los ataques desde entonces se sucedieron pero este lunes ha sido el delegado de la Generalidad en Madrid el que ha puesto el listón en lo más alto. El socialista Raimon Martínez Fraile ha dicho que la postura de Maragall no se puede entender a no ser que se encuentre "en una situación no muy adecuada física y psicológicamente". Poco después, a petición de Montilla, pidió "disculpas".
Martínez Fraile y Pasqual Maragall han tenido históricamente una relación difícil, desde que ambos trabajaban en el ayuntamiento de Barcelona, en donde el actual delegado de la Generalidad en Madrid llegó a ser teniente de alcalde y miembro del consejo rector y del comité ejecutivo de la candidatura de Barcelona a los Juegos Olímpicos de 1992. El 9 de octubre de 1988 dimitió por sus diferencias con el entonces alcalde de la ciudad, Pasqual Maragall, y se marchó al sector privado. En 1998 anunció su candidatura a las elecciones primarias celebradas por el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) en Barcelona de cara a las municipales del año siguiente, pero el 9 de octubre retiró su candidatura argumentando que la competencia con el alcalde de Barcelona, el también socialista Joan Clos, iba a ser utilizada por CiU para atacar y debilitar a su partido.
En abril de 2004 fue nombrado secretario general de Turismo del ministerio de Industria, Turismo y Comercio, que entonces dirigía José Montilla, el actual presidente catalán, quien ha vuelto a contar con él como su hombre de confianza en Madrid.
Sobre la reflexión de Maragall en torno a "la ingenuidad del PSC" en el proceso estatutario, Zaragoza señaló que "la ingenuidad no es un defecto, sino un elemento bueno", puesto que "el defecto sería la maldad". Zaragoza reconoció que, durante la reforma del Estatut, el PSC "fue ingenuo al ir a Madrid con voluntad de llegar a acuerdos", porque "CiU se aprovechó de esta voluntad del PSC y de Maragall". "Mas no fue ingenuo en la negociación, sino que él mismo alzó el listón del texto en su debate en el Parlament para después rebajar esas mismas partes en Madrid", afirmó, apuntando que "no sé si era ingenuidad o mala fe".
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