L D (Mercedes R. Martín) Hacía dos años que no se celebraba un Debate sobre el Estado de la Nación y se notaba en la Cámara. La crisis se preveía como el tema estrella en todos los discursos y se convirtió, prácticamente, en el único.
El presidente del Gobierno centró el suyo en invitar a todos a un cambio en el modelo productivo con el que, creía, se congraciaría con los cada vez más esquivos diputados de la oposición. Se equivocaba, y ya debía de intuirlo cuando salía de la Cámara con una sonrisa seguido de varios de los miembros del Ejecutivo. Las críticas tardaron en llegar lo que tardaron en despejarse los pasillos. Antes, Carlos Floriano adelantaba que para su grupo, el discurso había sido "impropio" de un presidente del Gobierno. Para el socialista Eduardo Madina, en cambio, había sido una "grandísima intervención".
Uno a uno, y con una concisión que se agradecía, los portavoces parlamentarios fueron desmontando y criticando, con más dureza de la esperada en la mayoría de los casos, el catálogo de medidas del presidente. La mayoría no encontraban cohesión entre las medidas. Tampoco veían por qué creer en las nuevas promesas de Zapatero. Ridao le llamó "prestidigitador". Llamazares dijo de él que "huye de la realidad". Soraya echaba en falta autocrítica. Y Rosa Díez lo resumió con una cita de Cervantes: "Fuese, marchose y no hubo nada".
José Antonio Alonso, que compareció el último, intentó, como pudo, defender el discurso del presidente. Ha sido "potente, bien estructurado y comprometido", dijo. Poco antes, se le veía comentar con sus compañeros, con gesto de preocupación, algunas de las críticas que se habían ido escuchando desde la oposición. Las que más, al fin de la desgravación fiscal por adquirir una vivienda para la clase media, una medida que le costó justificar ante los medios.
Por la tarde, y tras un debate entre Zapatero y Rajoy y en la crisis con duras críticas entre ambos, Alonso tuvo que ser, de nuevo, el que saliera a salvar la cara del presidente. Nada más terminar el enfrentamiento entre el presidente y el líder de la oposición, el socialista comparecía a toda prisa ante los pocos periodistas que tuvieron tiempo de enterarse. Lo hizo, básicamente, para atacar a Rajoy tras las críticas del propio Zapatero. Como el presidente, utilizó la situación de partido –"es un político en decadencia", dijo– y le acusó de no haber aportado "ni una propuesta", un mensaje que repitió casi en una decena de ocasiones, tratando, quizá, de convertirlo en titular.
Desde el PP, interpretaron la intervención del socialista como una prueba de que habían visto al presidente perdedor. Los diputados del PSOE, sin embargo, se afanaban en aparentar lo contrario y en minimizar las críticas que iban llegando del resto de grupos desde la tribuna. Elena Valenciano interpretó que quien había "usado su tiempo" para criticar había sido Rajoy, al que acusó de haber hecho una intervención "destructiva" y más "faltona" que la del presidente. Negó, además, que hubiera preocupación en su grupo por la evidente soledad parlamentaria. El discurso de Zapatero, dijo, es “casi un programa de Gobierno” par el futuro. Los socialistas aún confían en que llegue algún apoyo.
Entre los populares, la satisfacción era total, o, al menos, eso decían. María Dolores de Cospedal confesaba en los pasillos que había visto al presidente popular y al grupo "muy contento". José Luis Ayllón vio "virulencia" en la réplica de Zapatero y a eso achacó que Rajoy tuviera que subir el tono después. La secretaria general del PP vio al presidente del Gobierno "mitinero" en el Congreso. Un Zapatero "de Vistalegre", resumió en alusión al acto del pasado fin de semana. Jorge Moragas, mientras, explicó por qué Rajoy había "olvidado" otros temas, como la polémica sobre la reforma de la ley del aborto o el castellano en Cataluña: el tiempo, "acotado", le había obligado a "centrarse" en la "principal preocupación de los españoles", la economía.
Mientras Erkoreka cumplía lo que comentó fuera de la cámara, que la suya sería una intervención muy "crítica" con el Gobierno, en los pasillos no se hablaba sólo de política. La presencia de Esperanza Aguirre con Sonsoles Espinosa en la tribuna de invitados y el motivo de sus risas en el momento álgido del debate entre Zapatero y Rajoy era tema de especulación. Con invitadas o sin ellas, pero sí, seguro, con nuevos enfrentamientos dentro de la Cámara, el debate se reanuda este miércoles, a las 9 horas.