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DISCURSO ÍNTEGRO DE JOSÉ MARÍA AZNAR

El presidente de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, José María Aznar, se encuentra de gira por América Latina para presentar el informe estratégico sobre esta región. En Ecuador, ex presidente del Gobierno popular tuvo una especial mención a las dos víctimas ecuatorianas en el atentado de ETA en la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas en diciembre. Por su interés reproducimos a continuación el discurso de José María Aznar.

 
Señoras y Señores;
Queridos amigos:
 
Siempre que vengo a Ecuador intento visitar de nuevo Guayaquil, esta maravillosa ciudad, abierta al mundo y al comercio, pujante y emprendedora.
 
Hoy nos convoca la presentación de un intenso trabajo cuyo horizonte no es otro que la Libertad. Un trabajo que ha sido fruto de la colaboración de muchas personas e instituciones de las dos orillas del Atlántico. Un trabajo que nació del firme compromiso que FAES tiene con la idea de libertad  y con los principios y valores occidentales.
 
América Latina: una agenda de Libertad parte de una creencia, de una convicción: ninguna sociedad está condenada al fracaso. Quienes creemos en la libertad hacemos frente a todas aquellas corrientes que defienden el determinismo histórico, el fatalismo y la resignación.
 
Nosotros pensamos que las sociedades no son entes arrojados a vivir en sistemas sin libertad, que no respeten los derechos fundamentales y cuyos destinos dependan del estado de ánimo del dictador de turno. No. Porque no hay ninguna ley inexorable que castigue a algunas sociedades a la pobreza y la exclusión hasta que rediman su culpa.
 
Por eso nos preguntamos por qué algunas sociedades son abiertas y prósperas. Y vemos que las sociedades prósperas y abiertas son las que tienen seguridad jurídica, confianza y reglas claras; pero, sobre todo, aquellas que tienen libertad. La libertad es el cimiento imprescindible para el éxito de los países.
 
La libertad es así el principio y horizonte que guía este documento. América Latina: una agenda de Libertad plantea propuestas y sugerencias para superar los retos y desafíos de América Latina y para aprovechar sus inmensas oportunidades.
 
Queridos amigos,
 
Las ideas que contiene este informe son ideas para el futuro de América Latina. Porque no hay ninguna razón para que las naciones iberoamericanas no ocupen el lugar que les corresponde entre los países libres, democráticos y prósperos más avanzados del mundo.
 
La idea central que ha movido mi actuación política y que sigue siendo el eje de mi actividad  es la idea de la libertad. Este valor impregna todo el documento. La libertad es el valor central de la vida. La libertad y la responsabilidad de la persona son los conceptos que sustentan la propia dignidad de la persona y la convierten en titular de derechos y libertades inalienables. El poder político constituido sólo puede considerarse legítimo si reconoce, respeta y ampara esos derechos y libertades. Y las sociedades son mejores, más libres y prósperas, cuando se basan en esos valores de libertad y respeto a los derechos de la persona.
 
El concepto de “libertad individual” continúa estigmatizado. Los enemigos de la libertad, y amigos del pensamiento único, lo hacen responsable de todas las calamidades del mundo. Nos llaman “liberales” de forma despectiva. Y yo recuerdo a estos nostálgicos del muro de Berlín las palabras que mi amigo, Mario Vargas Llosa, ha escrito en el prólogo de las Memorias de Jean-François Revel que ha editado nuestra editorial Gota a Gota y que les recomiendo vivamente que lean. “Liberal”, dice Mario, “es una palabra hermosísima, pariente sanguínea de la libertad y de las mejores cosas que le han pasado a la humanidad, desde el nacimiento del individuo, la democracia, el reconocimiento del otro, los derechos humanos, la lenta disolución de las fronteras y la coexistencia en la diversidad. No hay palabra que represente mejor la idea de civilización y que esté más reñida con todas las manifestaciones de la barbarie que han llenado de sangre, injusticia, censura, crímenes y explotación la historia humana”.
 
Queridos amigos,
 
Las ideas son importantes y tienen consecuencias. América Latina: una Agenda de Libertad ofrece una serie de propuestas concretas basadas en las ideas de libertad, dignidad, responsabilidad y respeto, para enfrentarse y afrontar  las principales amenazas de la región que obstaculizan su crecimiento.
 
Otra de las premisas fundamentales de América Latina: una agenda de libertad es la condición occidental de la realidad latinoamericana.
 
Occidente es un sistema de valores universales que han permitido los mayores avances de la humanidad. Valores que se basan en un concepto de la persona como ser libre y responsable, titular de una dignidad inalienable y de unos derechos fundamentales previos a cualquier sistema político. La democracia, el Estado de Derecho, los derechos humanos y las libertades individuales son los principios que se encuentran en el corazón mismo de la civilización occidental. Valores que han arraigado y fructificado desde hace siglos en estas tierras.
 
Los valores occidentales tienen una vigencia universal, aunque por desgracia veamos que en muchas partes del mundo son negados y pisoteados. Pero esta realidad no debe hacernos olvidar que la libertad no es patrimonio de unos pocos privilegiados, sino que, por el contrario, nadie puede ser perfectamente libre hasta que todos lo sean.
 
 
Querido amigos,
 
España, como Europa y el resto de Occidente, no puede entenderse sin América. Hoy, cientos de miles de latinoamericanos viven y trabajan en España. Su contribución a nuestra sociedad es mucho más que una fría estadística. Es, sobre todo, una muestra de la historia compartida y de los proyectos humanos que nos unen por encima del océano que hay entre medias. Hoy, el dinamismo de España ofrece también una oportunidad a quienes forman parte de la Comunidad Iberoamericana y buscan un futuro entre nosotros.
 
Muchos de estos latinoamericanos están colaborando a fortalecer la democracia y la prosperidad en España. Quiero aprovechar está oportunidad para mostrar mi apoyo y cariño a los familiares de Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio. Ellos han sido las últimas víctimas mortales de la banda terrorista ETA. Lo único que hicieron Carlos y Diego fue esperar la llegada de sus seres queridos, de su familia. Murieron por ejercer su libertad y por extensión, la nuestra, la de los españoles. Nunca los olvidaremos.
 
Queridos amigos,
 
Estos hombres y mujeres que buscan un futuro mejor fuera de su país, desempeñarán un papel crucial en la economía, la política y la sociedad de Iberoamérica, como ya lo están haciendo en la sociedad española. Esta clase de hombres y mujeres, que tuvieron el valor de abandonar su país en busca de una nueva oportunidad, son los mismos que contribuyeron al progreso de España.
 
Como sabrán, muchos españoles abandonaron su país en el pasado y emigraron a países de América y Europa en búsqueda de una vida mejor. Y fueron estos mismos los que contribuyeron enormemente a la recuperación del país.
 
En esa época muchos argumentaban que España estaba condenada a ser un país atrasado y de segunda fila en el concierto de las naciones.  Un país que no podía vivir en un régimen democrático y de libertades estable; que jamás podría ser un país desarrollado y con una economía pujante; que era imposible homologarnos a las democracias europeas. Y que, en definitiva, España no podría ser un país normal. 
 
Pues bien, por fortuna los españoles decidimos que no estábamos condenados a vivir de acuerdo con el tópico que nos atribuían otros, o incluso nosotros mismos. Decidimos entre todos construir una democracia liberal y transformarnos en una sociedad avanzada. Hicimos valer nuestro derecho a vivir en libertad y con estabilidad. Nuestro mayor éxito como españoles fue la Transición democrática.
 
En 1978 acordamos nuestra Constitución. Establecimos un modo de convivencia que, como todo contrato, suponía alguna renuncia por parte de los distintos sujetos políticos a algunas de sus pretensiones. Con el acuerdo de todos, todos ganaban más que si hubiera prevalecido la pretensión de sólo alguna de las partes.
 
Este es el espíritu en el que siempre he creído, en el de los consensos, de los grandes acuerdos de Estado. El acuerdo de la Transición nos ha dado los mejores 30 años de la vida democrática española. El problema es que hoy hay quien quiere traicionarlo, lo desprecia y quiere volver al pasado. El éxito de la Transición consiste en que España miraba hacia el futuro y hoy hay quien quiere mirar al pasado y abrir viejas heridas que habían cicatrizado.
 
Queridos amigos,
 
Ante América Latina se abren dos caminos opuestos. Un camino aleja de las sociedades abiertas, libres y prósperas. Tenemos suficiente experiencia histórica para saber cómo acaba esa ruta. Quienes hoy proponen seguir esta vía se nutren de ideas caducas: del populismo revolucionario, del neoestatismo, de la negación de los derechos iguales para todos y del militarismo nacionalista. Ninguna de ellas es desconocida en Iberoamérica.
 
Quienes hoy las defienden declaran su pretensión de implantar el “socialismo del siglo XXI”, que no es ni más ni menos que la reencarnación de la ingeniería social totalitaria del siglo pasado.  Las consecuencias de ese socialismo real que aún perdura tristemente fueron miseria, opresión y aislamiento.
 
Vemos con preocupación que esas ideas vuelven a renacer, incluso con el aval de procesos electorales. Y que son apoyadas desde fuera de la región por quienes ni siquiera osarían defender eso mismo para sus propios países. Pero para estos, América Latina y sus gentes pueden ser lugares para experimentos sociales que en Europa y en otras zonas del mundo desarrollado son inaceptables.
 
Queridos amigos;
 
Cuando hablo de esta descabellada opción política,  me estoy refiriendo al populismo revolucionario. Más allá de Cuba, la América Latina libre y democrática vive hoy bajo la sombra aciaga de otro enemigo de la libertad que ahora se viste de populista.
 
n populismo que utiliza la desesperación de los más desfavorecidos y los más vulnerables para perpetuarse en el poder. Un populismo que engaña con el espejismo de un falso atajo hacia la prosperidad y el bienestar y que lleva, ya lo sabemos, a la pobreza y la marginación.
 
No ha desaparecido aún de nuestra comunidad la utopía totalitaria del comunismo, que perdura desde hace casi medio siglo en Cuba. Y aunque sin duda creo que su fin está cercano y que supondrá la llegada, por fin, de la libertad para todos los cubanos,  vemos que se alía con fuerzas dañinas y peligrosas: el militarismo autoritario y con el intervencionismo económico más grosero y disparatado.
 
El populismo  conduce a un fracaso estrepitoso para aquellos países que lo padecen. Creo que las trampas del populismo obstaculizan el crecimiento de las naciones de América. Creo que el populismo constituye un peligro para los valores occidentales de libertad, dignidad de la persona y democracia. Su triunfo condenaría a América Latina a la división y a la irrelevancia.
 
Querido amigos,
 
Como dije antes, no hay destinos ineludibles ni maldiciones en la Historia. En FAES creemos que hay otra alternativa para el futuro de la región. No es ningún secreto. América Latina puede avanzar por la vía que han recorrido los países que tienen éxito. El camino de la apertura al mundo, de la democracia, del respeto por las libertades individuales y de la vigencia efectiva del Estado de Derecho. Un camino que atrae inversiones, genera crecimiento, incentiva a los emprendedores, crea empleo y reduce la pobreza. Un camino de éxito, democracia y libertad.
 
            Para este camino de éxito, pensamos que América Latina necesita de democracias estables que se apoyen en pilares sólidos. En ello no se distingue del resto del mundo. Las naciones libres y prósperas basan su progreso en consensos básicos que se mantienen vivos a lo largo del tiempo. Acuerdos sobre las reglas del juego democrático, sobre la viabilidad de la alternancia en el poder o sobre las grandes líneas maestras en lo político y lo económico. Eso es precisamente lo que proponemos en esta Agenda de Libertad para América Latina.
 
La garantía de la libertad y de la prosperidad está en un sistema de instituciones fuertes, sólidas y accesibles para los ciudadanos. Para conseguirlas hacen falta consensos básicos, reglas estables y claras, respetadas por el poder constituido, que hagan de la autoridad un producto de esas normas aceptadas por todos, y no al revés.
 
Sólo los países que cuentan con instituciones sólidas y con seguridad jurídica obtienen un crecimiento económico y un desarrollo sostenible en el tiempo. No hay ninguna razón para que esto no se alcance también en  América Latina. 
 
Queridos amigos,
 
No hay democracia que merezca tal nombre sin una efectiva división de los tres poderes del Estado. Una Justicia independiente es la clave del Estado de Derecho. Sin ella, es ilusoria la garantía y la tutela efectiva de los derechos y libertades de los ciudadanos y la igualdad de todos ante la ley. Sin ella, es imposible la confianza necesaria para generar crecimiento y prosperidad.
 
La buena salud de un sistema democrático reclama partidos políticos fuertes y estables, que defiendan principios y valores. Esto es fundamental. Partidos que no sean meras plataformas instrumentales para acceder al poder, ni expresiones personalistas.
 
En América Latina, los diversos partidos de centro reformista harían bien en unir fuerzas. Su colaboración y coordinación internacional también potenciaría los valores que comparten: la libertad, la pertenencia a Occidente, las raíces cristianas de América, el combate efectivo de la pobreza mediante el crecimiento y, sobre todo, la voluntad de que el modelo de sociedad abierta y democrática triunfe frente a la amenaza del populismo.
 
El objetivo común de imponerse democráticamente al proyecto del “socialismo del siglo XXI” reclama de quienes queremos que triunfe un orden de libertad amplitud de miras, sentido de la responsabilidad y énfasis en lo mucho que nos une y no en lo que nos separa.  Sólo así será viable un proyecto político que, defendiendo los valores de la libertad y el Estado de Derecho,  sea ganador.
 
Por eso, hago  un llamamiento a los demócratas de América que creen firmemente en los valores cívicos; a los que entienden que la libertad, el Estado de Derecho y la seguridad jurídica son valores irrenunciables y factores necesarios para la prosperidad de las naciones.
 
Debemos cerrar filas, unirnos,  generar consensos. Sólo así, se podrán lograr victorias electorales para la sociedad, a través de partidos políticos ganadores. Sólo así se podrá vencer a este nuevo comunismo, a este  “socialismo del siglo XXI”. Esta nueva deriva colectivista que para lo único que sirve es para repartir las migajas de la miseria.
 
 
Hay mucho por hacer. La tarea es ardua. Para lograr el éxito, se necesitan dirigentes que estén a la altura de las circunstancias, que comprendan el mundo de hoy, con sus riesgos y amenazas pero, sobre todo, con sus inmensas oportunidades. Dirigentes sin complejos, con coraje. Dirigentes guiados por principios, con inteligencia política, motivados para tomar decisiones. Dirigentes dispuestos a diseñar estrategias que vayan más allá de la contingencia política cotidiana.
 
Creo en la nueva generación de jóvenes políticos de Iberoamérica. Una generación sin miedo a navegar contracorriente, dispuesta a enfrentar el reto del populismo revolucionario o de la dictadura de lo políticamente correcto. Está es la tarea de la Fundación Ecuador Libre, que comprende que no hay que servirse de la política, sino que la política es el camino para servir a las naciones y sus ciudadanos.  Una generación que piensa a largo plazo, que no se queda en la mezquindad y lo efímero del corto plazo.
 
Debemos entender que una estrategia política que no emane de una sólida base conceptual es un ajedrez vacío. Porque la política no es simplemente un juego de estrategias, ni una mera táctica, sino el apoyo de proyectos de largo alcance. Es crear futuro. Porque la fijación de referencias está especialmente indicada en estos tiempos de cambios acelerados. El contenido de América Latina: una agenda de Libertad es nuestra aportación para aquellos que están dispuestos a enfrentar al populismo por la vía democrática.
 
Queridos amigos,
 
América Latina: una agenda de Libertad pretende decir que la libertad y el progreso son posibles. Que el éxito viene con el trabajo constante a favor de las ideas de apertura, democracia y libertad. Que no hay nada negado a Iberoamérica.
 
Sabemos que aún queda mucho trabajo por hacer y que no hay atajos para alcanzar la prosperidad.
 
Pero estamos convencidos de que es posible.
 
 Y nuestra apuesta para América Latina está en este pequeño libro. La Fundación FAES sabe que las ideas necesitan de personas comprometidas para que puedan dar sus frutos. Tengo la certeza de que en América Latina, y especialmente en Ecuador, hay demócratas que entienden y comprenden que el precio de la libertad es su eterna vigilancia. Por eso estamos determinados a trabajar con nuestros amigos, en los dos lados del Atlántico, para que las ideas de libertad triunfen en toda América.
 
Muchas gracias.

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