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José Blanco, nuevo ministro de Fomento

En estos últimos nueve años José Blanco ha sido la sombra política de Zapatero.

En estos últimos nueve años José Blanco ha sido la sombra política de Zapatero.

(R. Vilas) Sus comparecencias públicas bastan para darse cuenta que nos encontramos ante una persona que no destaca precisamente por su formación cultural y académica. Fue incapaz de acabar una licenciatura. Se quedó en primero de Derecho. Pero, hoy en día, en España esto no es impedimento para llegar lejos en política. Un vistazo al Congreso de los Diputados, en cualquiera de las dos bancadas, lo confirma.

La trayectoria política de José Blanco es inseparable de la de Rodríguez Zapatero. Hay quien dirá que es al revés, que el éxito del actual presidente del Gobierno no pueden entenderse sin la figura de Pepiño –quizá el nombre por el que es más conocido. Ya en el año 2000, llevó el peso de las negociaciones con las diferentes familias socialistas para que, contra todo pronóstico, Zapatero se impusiese en el Congreso del PSOE al que aparecía como claro favorito, José Bono.

Cuatro años después vino el 11-M y la operación de acoso al PP que desembocó en el triunfo electoral del 14 de marzo de 2004. En cuatro años, Zapatero y Blanco, Blanco y Zapatero habían pasado de ser dos diputados absolutamente desconocidos a hacerse con el Gobierno de España. A partir de ahí, con Zapatero en La Moncloa, Blanco se quedó fuera del Ejecutivo con dos misiones fundamentales: Dirigir con mano de hierro el partido y actuar como oposición de la oposición.

En el PSOE se encargó, con gran eficiencia, de liquidar toda disidencia a Zapatero, sustituyendo en poco tiempo todas las estructuras de poder del viejo PSOE por nuevos dirigentes afines a la nueva dirección. Su actividad pública se centró en atacar de forma casi obsesiva al PP. Sus modos toscos, su nula capacidad para hilar dos frases gramaticalmente bien construidas, no fueron obstáculo para que sus apariciones en los medios de comunicación fueran casi diarias en la pasada legislatura, como punta de lanza de la estrategia de demonización del PP en la que se apoyó desde el comienzo el proyecto político zapateril. Además, Blanco se sentía reforzado por los buenos resultados electorales del partido, de los que muchos le hacían responsable.

Sin embargo, el protagonismo de Blanco ha descendido en este último año. El nombramiento de Leire Pajín como secretaria de organización le ha desplazado como única voz del partido, aunque se hayan inventado eso de vicesecretario general. El ascenso de Pajín ya suscitó muchos rumores periodísticos sobre un posible ingreso de Blanco en el Gobierno, que ahora resuenan con más fuerza. Le colocan en la cartera de Fomento, en sustitución de la inefable Magdalena Álvarez. En cualquier otro país, el escandalazo de Villa PSOE le borraría de todas las quinielas. Y más para Fomento, antiguamente Obras Públicas. Pero estamos en España. Veremos si esta vez es algo más que un rumor. Lo que comentan algunas malas lenguas es que Blanco no estaba especialmente triste por la derrota de Touriño. Y quizás haya visto en Fomento una buena forma de llegar a Galicia. En AVE.

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