(Libertad Digital) Triste coincidencia. Mientras Miguel Ángel Blanco moría hace diez años en el Hospital Donostia –antes Nuestra Señora de Arantzazu- por la negativa de un gobierno a ceder a un chantaje, De Juana entraba este jueves por la misma puerta. El moribundo ex preso etarra, casi en coma decía el día antes el diario portavoz de ETA Gara, bajó por su propio pie de la ambulancia tras un viaje de casi 500 kilómetros y mantuvo tres reuniones políticas, con Olano, Otegi y Díez Usabiaga. Y después se comió un caldito –que haya trascendido- para celebrar su victoria sobre el Estado de Derecho. Punto y final a la huelga de hambre tras conseguir su objetivo: La libertad. El Gobierno de Zapatero había pagado su "precio político", en palabras de Juan María Olano y había cedido el chantaje del asesino en serie.
Pese a su "estado crítico", según la directora general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, y en "grave riesgo de muerte", según nos contó el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, De Juana está recibiendo visitas de familiares y amigos "sin ningún problema", como indicó su novia, Iratí Aranzabal. Tanto Olano como el portavoz de la asociación de familiares de presos de ETA Etxerat, Estanis Etxaburu, le han visitado también este viernes.
Altamira de Juana Chaos, hermana del recluso trabaja en el Hospital Donosita como supervisora de enfermeras, informaron a Efe fuentes de este centro sanitario. Altamira de Juana es una de las más de 60 supervisoras de enfermeras de este complejo hospitalario, en el que su hermano ingresó ayer para recuperarse tras 115 días de huelga de hambre, que ha abandonado tras acceder a un régimen de prisión atenuada.
En un comparecencia junto a representantes del Movimiento pro Amnistía en San Sebastián, Aranzabal explicó que después de que el médico le hiciera los análisis necesarios, el preso "empezó a tomar un caldo" y esta noche ha podido dormir. No obstante, precisó que el preso tendrá que ir "poco a poco" retomando la alimentación y destacó que está sometido a un control médico estricto.
Asimismo, relató que cuando recibieron la noticia de que iba a ser traslado al Hospital donostiarra, ambos vivieron "un momento muy intenso" y se pusieron "muy nerviosos". Cuando pasaron "la frontera de Euskal Herria" estaban "muy emocionados" y "agradecidos" a quienes se han esforzado para hacerlo posible. Finalmente, advirtió de que, aunque está "contenta", el problema no" termina aquí", porque hay otros siete presos enfermos y más de 150 "con condenas cumplidas".