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De autores muertos, explosivos varios y Al Qaeda

(Libertad Digital) La sentencia del Supremo no ha sido capaz de resolver las lagunas que dejó la de la Audiencia Nacional. No es competencia de un tribunal de casación practicar prueba pero sí la de corregir deducciones que considere erróneas y que hayan sido motivo de recurso. Ya ha quedado claro que el 11-M no tiene autor intelectual conocido y que de los autores materiales sólo persiste en Jamal Zougam pese a la débil prueba que aportaron los reconocimientos.
 
Por cierto, Gómez Bermúdez consideró irrefutables los testimonios de las dos testigos que dijeron identificar a Zougam. Tras alabar su fortaleza y su declaración "sin fisuras" añadió que no hubo posibilidad de comunicación entre el testimonio de una y el de otra. Y, ambas, "con una firmeza y seguridad encomiables, a pesar de duro interrogatorio al que fueron sometidas, volvieron a reconocer al procesado tras exhibírseles el folio 44068.”
 
Pero el Supremo no necesita tener la certeza de que entre sendos interrogatorios pudieran hablar. Es muy posible que ya lo hubieran hecho antes. Lo que la sentencia de casación deja claro es que si a las defensas nos se les ocurrió en el momento la pregunta pertinente ya no hay lugar para formularla y sólo cabe dar por bueno lo sentenciado por la Audiencia.
 
 
  • …se trata de aspectos que pudieron haber sido objeto del interrogatorio en el plenario, con la finalidad de establecer en el mayor grado posible la fiabilidad del testimonio, especialmente por quien lo pone en duda, sin que la omisión de esa forma de proceder autorice a concluir la falta de credibilidad de las testigos. Dicho de otra forma, para concluir que la conducta de la testigo no admite explicación razonable, es preciso, siendo posible, habérsela requerido, y que la que aporta no pueda admitirse desde perspectivas de racionalidad. Incluso debe aceptarse, como algo que se encuentra en la naturaleza de las cosas, que ambas testigos, amigas que viajaban juntas, puedan haber hablado entre ellas antes de su interrogatorio en el plenario con la finalidad de recordar mejor lo ocurrido, lo cual pudo conducirlas al error respecto del color de la mochila, que ha alegado el recurrente. Pero de ello no se deriva necesariamente falta de fiabilidad en el reconocimiento del sospechoso, que fue efectuado previamente en la instrucción, y luego fue ratificado en el juicio oral.
 
 
¿Algunos de los muertos o todos?
 
Javier Gómez Bermúdez imputó a los muertos de Leganés –no a Bouchar, que salió corriendo– la colocación de las bombas junto a Jamal Zougam y a otro terrorista del que nunca más se supo. Leyó sus nombres uno por uno. Ahora el Supremo no lo tiene tan claro. El Alto tribunal prefiere pensar que no tuvieron porqué ser todos aunque estuviera claro que eran un grupo organizado. En el texto de la sentencia, dice así:
 
 
Explosivos varios pero “vale ya”
 
Y si el Supremo tampoco encuentra autores intelectuales, lo mismo ocurre con el arma homicida. Para resolver los recursos, el Supremo se muestra inamovible al vincular la presencia de Goma 2-ECO con los condenados por su relación con la Goma 2-ECO. Pero ahonda en la certeza de que había más tipos de explosivos, fuera o no polémica su presencia. Lo vemos en uno de los motivos de desestimación del recurso planteado por la defensa de Emilio Suárez Trashorras, cuando pide que se demuestre que el explosivo usado en los trenes le vincula a la masacre. La sentencia dice así:
 
 
No fue Al Qaeda
 
La firma de Al Qaeda se ha esfumado así como las células islamistas de la calle Virgen del Coro. Dice el Supremo:
 
 
A esta apreciación del tribunal cabe añadir que en la masacre de Madrid no hubo terroristas suicidas como ocurre en la práctica totalidad de los atentados de corte islamista y que los imputados que no murieron en Leganés condenaron el atentado sin paliativos, algo que tampoco ocurre en el común de los atentados islamistas.

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