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Condenan a los etarras Santi Potros y Caride Simón a 790 años de cárcel por la matanza de Hipercor

Queda por resolver judicialmente el papel de Josu Ternera.

L D (EFE) En la sentencia, la Sección Primera de la Sala de lo Penal de la Audiencia considera probado que "Santi Potros" autorizó la colocación de la bomba en el Hipercor mientras que Caride Simón fue el autor material del atentado. Añade que los condenados eran conscientes de que la explosión de la bomba en el Hipercor podía acarrear no sólo la destrucción total o parcial del edificio y de los bienes que contuviese, sino también “las lesiones e incluso la muerte de un número indeterminado de personas, finalidad que no descartaron y para la que el artefacto explosivo-incendiario de gran potencia era perfectamente adecuado”.

Por estos motivos, la Audiencia Nacional ha condenado a 790 años y medio de cárcel a Santiago Arrospide, "Santi Potros", y a Caride Simón.

Siguiendo las instrucciones de Arróspide Sarasola

Según relata la resolución, "siguiendo las instrucciones que Arrospide Sarasola les había dado" a Caride Simón y a los ya condenados por estos hechos Mercedes Ernaga y Domingo Troitiño –padre de Joseba Troitiño, más que posible autor de los atentados perpetrados el pasado martes en sendos hoteles de Alicante y Benidorm–, "los tres miembros del grupo decidieron hacer estallar una potente bomba incendiaria dentro del edificio" de Hipercor, en la avenida Meridiana de Barcelona. Todo ello, añade la sentencia, a pesar de que la explosión de la bomba podía con toda probabilidad acarrear no sólo la destrucción total o parcial del edificio y de los bienes que contuviese, sino también "las lesiones e incluso la muerte de un número indeterminado de personas, finalidad que no descartaron y para la que el artefacto explosivo-incendiario de gran potencia era perfectamente adecuado".

Tras visitar el Hipercor, los integrantes del "Grupo Barcelona" confeccionaron el artefacto con treinta kilos de explosivos, "que formaban parte del total facilitado por Arrospide a través de sus enlaces", y al que añadieron unos cien litros de gasolina y una cantidad indeterminada de escamas de jabón y de pegamento adhesivo, "representando el conjunto unos doscientos kilogramos". Tras introducir la mezcla en bidones lo introdujeron en el maletero de un Ford Sierra, que previamente habían sustraído, el 19 de junio de 1987 lo estacionaron en la primera planta del aparcamiento del Hipercor y sobre las tres de la tarde "uno de los miembros del grupo realizó desde cabinas telefónicas tres llamadas, comunicando en nombre de ETA que tendría lugar una explosión en el establecimiento entre las 15.30 y las 15.40".

Planeado para que pareciera una falsa alarma

Efectivos de la Guardia Urbana y de la Policía Nacional, junto a los vigilantes jurados del establecimiento comercial, efectuaron entonces "una inspección ocular y se recorrieron la planta de superficie y los sótanos, pero nada se encontró, ni podía encontrarse fácilmente, pues el letal aparato permanecía guardado y cerrado en el interior del maletero del Ford Sierra", explica la sentencia. Las fuerzas de seguridad tampoco consideraron conveniente la evacuación del edificio y, sobre las 15.55 horas, visto que no se había localizado la bomba y que había pasado ya con creces el tiempo de aviso, se adquirió por la dirección del centro comercial la convicción de que se trataba de una falsa alarma".

A las 16:10, sin embargo, "se produjo el estallido (...), abriéndose por la explosión un cráter en el suelo y un agujero en el techo, orificios que permitían el paso de una auténtica ola de fuego que a un tiempo abrasó y asfixió a los empleados y clientes del supermercado de alimentación (primer sótano) e hizo caer a algunos al primer garaje (segundo sótano), donde eran mayores el fuego y la humareda". Además, prosigue la sentencia, "se produjo una gran cantidad de gases tóxicos, y la composición del explosivo hizo que los productos incendiarios se adhiriesen a los cuerpos de las personas que se encontraban dentro del radio de acción del artefacto.

A causa de la explosión, fallecieron 21 personas "por quemaduras de segundo y tercer grado y por asfixia", y otras 46 resultaron heridas de diversa consideración, además de producirse grandes daños materiales en el edificio de Hipercor y en los colindantes y en un elevado número de vehículos y enseres personales. La sentencia también reconoce " la relación causal entre los hechos y la deficiencia auditiva bilateral" de la hija de una de las cajeras del Hipercor, nacida meses después del atentado.

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