(Libertad Digital) Eduardo Fungairiño no ha querido expresar cuáles son los motivos estrictamente personales que le han llevado a renunciar a su cargo como Fiscal jefe de la Audiencia Nacional. Pero lo cierto es que la noticia ha convulsionado al mundo fiscal que ha confesado su "sorpresa" por la noticia.
Fungairiño sólo se ha referido al Fiscal General del Estado para contestar a las insistentes preguntas de los periodistas: "con los fiscales generales nunca hay discrepancias; por eso son fiscales generales, claro". Después le dijo a los informadores que interpretaran como quisieran sus motivos personales.
Fuentes de la carrera fiscal presentes este miércoles en la Fiscalía General del Estado confirmaron a Libertad Digital que las razones son bien distintas. Cándido Conde Pumpido habría optado por la vía más rápida para cortar su mala relación con Fungairiño planteándole dos posibilidades con el mismo resultado: renunciar al cargo voluntariamente o ser destituido aplicando el artículo 41 del Estatuto del Ministerio Fiscal:
- "(...) los Fiscales Jefes de los respectivos órganos podrán ser removidos por el Gobierno a propuesta del Fiscal General del Estado, que deberá oír previamente al Consejo Fiscal y al interesado. En estos casos, quedarán adscritos a la Fiscalía en la que hubieran desempeñado la jefatura en tanto no consoliden plaza en aquélla u obtengan otra a la que hubieran concursado. En la misma situación quedarán los Fiscales Jefes que presentaran su renuncia, aceptada por el Fiscal General del Estado".
Eduardo Fungairiño, que según las fuentes consultados nunca pensó en abandonar la Audiencia Nacional, habría optado por no abrir una crisis institucional en la Audiencia.
Son muchas las razones que demuestran el enfrentamiento entre Fungairiño y Conde Pumpido. La inacción del Gobierno –y del Fiscal General– antes los continuos desafíos de ETA-Batasuna no son un secreto, lo recogen las hemerotecas. El último episodio se tradujo en una asamblea de los proetarras celebrada sólo a unos pocos metros del lugar donde se le prohibió. Arnaldo Otegi habló en público y con atril, la prensa lo cubrió con absoluta normalidad y el Fiscal dejó la decisión de actuar en manos de un juez que no lo dudó ni un minuto, Fernando Grande Marlaska.